jueves, 28 de marzo de 2019

LOS BUENOS MODALES



   —¿Hola?, Buenos días, ¿Ud es la Señora de Pascual?
   —Qué suerte que la encuentro, necesito hablar con su marido urgente. Se me rompió la canilla de la batea y quiero que la arregle cuanto antes.
   —¿Cómo quién soy? Ah, él no le ha dicho, yo soy Camila, la amante, pero no entiendo, Pascual me aseguró que entre Uds no había secretos y que estaba contenta conmigo, porque le permitía levantarse a desayunar, sin hacer el amor antes. Si Ud presentaba jaquecas, ante sus pedidos maritales, él le preparaba un tecito con aspirina…¿cómo que no es cierto? Duda de Pascual, que nunca miente, incluso me trajo un conjunto de ropa interior, con corpiño con puntillas rojas y push up, aunque yo no necesito. Y un calzón etéreo, al tono, con hilo atrás, de strass. Dijo que fue de parte suya el regalo, por mi cumpleaños. Yo le quise hablar para agradecerle, dijo que no porque Ud no tenía tiempo para recibir ningún llamado. Incluso me contó de su sordera…
   —¿Por qué se va a desmayar?...ya sé, de alegría, está emocionada porque se lo atiendo de diez. Él viene todos los días y me agarra una vez y otra vez y otra vez, a veces me asusta y entonces me pega.
   —¿Cómo, qué le digo? Que me encanta! Le pido más porque me recuerda la infancia. Y él se pone al rojo vivo y me exige el de la despedida completo. Cansa un poco, no se lo voy a negar, pero frente a semejante dotación, soy re-feliz.
   —Hola, hola, ¿qué me dice? Ay, qué vocabulario, Sra. ¿Cómo me va a decir hija de puta!?, Bueno, si le gusta insultar, a mí Pascual también me parece degenerado, pero los degenerados me encantan. Además los masajes, me roba las manos el pillo, no me diga que no le hago un fav…¿holá?, ¡holá!
   Me cortó, pobre Pascual, con esa mujer que encima se hace la estrecha.

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