—Cuidado cuando
salís de tu casa y cuando entrás. Para estacionar y salís, cuidado. Hay minas
que recién empiezan a manejar y como todas las minas, te llevan la puerta. No
hagamos cuestión de género, hay hombres que ven doble, por tomar copas y te pasan
encima. Hay que cuidar la sombrilla, la lona y las ojotas, cuando vas al mar.
Hasta con tus hijos tenés que tener cuidado, les encanta drogarse en los
boliches. A tu mujer vigilala, sobre todo si está buena y es sensible a los
halagos. Cuidado si te divorciás, te dejan en pelotas. Visitá a tu vieja, que
le robaron dos veces, tiene alarma, rejas, desea estar ausente cuando vayan los
chorros. Cuidado, porque ella está sola, en la cama y los tipos le pueden hacer
de todo. Eso lo dijo ella, que parece ansiar ser violada. Cuidado con la
billetera, mirá que los chorros se la saben todas, mandan una tipa con buenas
asentaderas y mientras vos la mirás, te afanan el ochenta por ciento de tu vida,
que es la billetera. Cuando te sientes a tomar un café, cuidado con tus amigos,
que ruegan que les prestes guita. Deciles que volvés del Banco donde pagaste
todas tus cuentas. No te joden más. Ni te saludan porque vislumbran otro amigo
en la mesa del fondo.
—Bueno, loco,
pará con cuidarte tanto, me pudre pasar la vida con cuidado.
—Mirá que te
advertí, vos no quisiste escuchar, yo te desvalijé la casa. Me llevé tu mujer,
que dio un sí inmediato.
El boludo piensa
que me perjudicó. Ahora no tengo que limpiar nada, ni soportar los gritos
indecentes de mi jermu. Los chicos son drogones, yo me prendo y comparto.
Cumpliré mi sueño, dejar de tener cuidado. ¡Viva la Vida, coño!

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