sábado, 25 de diciembre de 2021

SALVAN VIDAS Y DIVIERTEN

 

   Estaba bajando, tiraba para adentro, parecía que me quería llevar. Soy buena nadadora, pero el mar estaba indignado, daba cachetazos, no me dejaba respirar, quería mi rendición y llegué al knock out. Vinieron tres bañeros, a ellos también los quería tragar, pero tienen unos brazos que parecen remos. Uno me agarró del cuello y los otros no sé de dónde pero me salvaron la vida. En la última rompiente, uno dijo:

   —Además de quedarte sin oxígeno, el mar te arrancó la malla.

   —Y, entre los tres la cubrimos, hay mucha gente.

   Yo no podía ni hablar pero la vergüenza me hizo rogar.

   —Aunque sea usen las manos, no quiero salir desnuda.

   Se peleaban por cubrirme, uno me abrazaba las tetas, otro me tapó el pubis angelical y depilado, el tercero usó las dos manos para mis glúteos redondos, altos de nacimiento. Recordé que para mis quince, les pedí a mis viejos de regalo, que me dejaran operar las tetas, no dijeron nada, pero me obsequiaron un curso de dos años de idioma chino. Cuando llegamos a la playa me desmayé. Uno me mandaba aire por la boca, otro me apretaba el pecho con las manos cruzadas y el tercero cubrió el resto con una lona que él sostenía y el viento la levantaba. Puso la cabeza entre mis piernas, apoyado en la lona.

   Largué un chorro por la boca, como una ballena. Calcularon que mi cuerpo guardaba cinco litros de agua. El envión de aquel chorro, dejó a los tres sobre la arena.

   La gente que miraba arrobada mi desnudez, tapaba los ojos de los niños, hasta que por fin les grité:

   —¡¡Váyanse todos, voyeristas degenerados!!

   No sé si fueron mis ganas de matarlos, pero no quedó nadie en la playa. Los tres bañeros sí, claro. A mí con uno me bastaba, con dos, mar dudoso, con tres, mar peligroso. Pero a mí me gusta el peligro. Después hicimos una fogata nocturna. Se nos fue la hipotermia, por tanta degustación.

   Antes de dormir, juramos que esta aventura, quedaría en el rincón de los secretos.

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