Tenía un solo
amigo, pero no se visitaban seguido.
Desde chico era
solo, pensaba que los demás eran estúpidos, aburridos y cobardes.
—¿No querés
venir al cine? ─preguntaba su único amigo.
—Si la película
es blanco y negro, de los años 50 y trabaja Bette Davis, voy. Si no, no. Y
seguro que es no, ¿no?
—Sí, pero en
lugar de hablar de nada, vemos una de culto.
Sí, lo voy a
acompañar, sus argumentos son pesados y parece rogar que vaya. No me gusta que
ruegue, lo iguala con los estúpidos. Nunca salgo los jueves por la noche, me
preguntó por qué.
—Es el día que
mi flia concurre a Villa Ballester, a visitar a mi hermana que vive en un
psiquiátrico, no sé a qué van, ella ni los reconoce, piensa que es un congreso
de doctos, para observar su comportamiento. No la visito porque me hago el
cuerdo, pero estoy tan loco como ella. El jueves aprovecho para ver películas
porno.
—¿Por qué hacés
eso? Sos un tipo pintón, no necesitarías internet para conocer a alguien, ¿No
te aburre masturbarte? Contestame ¿Por qué? ─le pregunta su único amigo.
Él solo con la
mirada absorta, en vaya a saber qué cosa, le dice:
—Para tener algo
en la mano y me haga disfrutar de algo. Tiene mala prensa, pero todos lo
hacen…espero que vos no. Te van a decir pajero, es un adjetivo deplorable. A mí
no me gustan ni las minas, ni los tipos, pero yo me encanto.

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