Por fin crecí,
tengo dieciséis y después de vivir estos años siendo casi un enano, ahora soy
lungo. Mis Padres me compraron una casa chica y levantaron las alturas de los
dinteles de todas las puertas, para que yo no tuviera que agachar la cabeza.
Estudié Medicina
y me especialicé en Ginecología, muchos alumnos de otras materias iban a
escuchar mis clases. Lo digo con toda humildad, siempre fui el mejor alumno y
creador de teorías nuevas que otros Profesores consideraron revolucionarias.
Vivía experimentando que es el mejor modo de aprender. Era un Pope, me juntaba
los sábados con otros Popes y departíamos sobre la adquisición de conocimientos
teoricoprácticos. Tomábamos margaritas en sendos baños de hidromasajes, era una
casa con perfiles palaciegos. Fue el regalo que me hicieron Meghan y Harry
cuando me recibí. Fui Cirujano de Meghan cuando le extraje tres nódulos de la
mama derecha y le hacía exámenes anuales de proctología a Harry, él fue el más
agradecido porque en Inglaterra le detectaron cáncer en el tracto anal. Fue un
error de diagnóstico, no tenía cáncer. Quedo muy paranoico, de ahí, sus
controles anuales. Cuando nos visitaban, todos terminaron siendo amigos
entrañables de ambos.
El postre de las
comidas era cannabis que traían Meghan y Harry de distintos lugares de Medio
Oriente. Especies de ofrendas de Jeques Embajadores o Diplomáticos. Mis amigos
tenían pipas de agua con cuatro o cinco boquillas, otras que parecían
erlenmeyer y cada loco con su tema. Pero después de trabajar tanto favorecía el
ánimo mirar el cielo, bautizar con nuevos nombres las estrellas y escuchar a
Satie, que nos ensoñaba a todos.
Nuca quise
casarme, pero la hermana de Meghan me pudo. Se apareció en mi Consultorio
privado para que le realice su primer papanicolaou, nunca quiso hacerlo por no
considerarlo necesario. Meghan le explicó que era una medida de prevención.
─Dígame Doctor, ¿necesito
desnudarme la parte de abajo solamente?
─No mi querida,
la de arriba también, así ejerzo mis conocimientos de Tocólogo, para ver cómo
andan esas mamas.
─¿Me cubro con
algo?
─Es mejor sin
ropas, se sienta por aquí, apoya un piecito a la derecha y otro a la izquierda.
En el medio voy yo.
─Doctor, ¿me va
a doler mucho?
Cuando vi esa
vagina impecable, me arrojé noblemente sobre ella y en lugar de utilizar
elementos quirúrgicos, le introduje mi miembro todo entero. Ella no pudo evitar
gemidos, sobre todo cuando investigué sus mamas, que me esperaban con dos
pezones inquietos y puntudos. Cerré mi Consultorio con ella adentro. Y fue
tanta la reiteración de poner y sacar que le pedí por favor que se casara
conmigo y ella contestó:
─Sí, lo que
usted quiera, pero sigamos haciendo lo que estamos haciendo.
Y al final me
casé. Tuvimos cuatro hijos, uno por año y seguimos teniendo hijos. Cuando
llegamos a diez, nos detuvimos. Meghan y Harry se quedaron en casa con los
diez.
Nosotros
aprovechamos para seguir haciendo lo que mejor sabíamos hacer, en Inglaterra,
claro.

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