lunes, 20 de diciembre de 2021

GINECONOBLE

 

   Por fin crecí, tengo dieciséis y después de vivir estos años siendo casi un enano, ahora soy lungo. Mis Padres me compraron una casa chica y levantaron las alturas de los dinteles de todas las puertas, para que yo no tuviera que agachar la cabeza.

   Estudié Medicina y me especialicé en Ginecología, muchos alumnos de otras materias iban a escuchar mis clases. Lo digo con toda humildad, siempre fui el mejor alumno y creador de teorías nuevas que otros Profesores consideraron revolucionarias. Vivía experimentando que es el mejor modo de aprender. Era un Pope, me juntaba los sábados con otros Popes y departíamos sobre la adquisición de conocimientos teoricoprácticos. Tomábamos margaritas en sendos baños de hidromasajes, era una casa con perfiles palaciegos. Fue el regalo que me hicieron Meghan y Harry cuando me recibí. Fui Cirujano de Meghan cuando le extraje tres nódulos de la mama derecha y le hacía exámenes anuales de proctología a Harry, él fue el más agradecido porque en Inglaterra le detectaron cáncer en el tracto anal. Fue un error de diagnóstico, no tenía cáncer. Quedo muy paranoico, de ahí, sus controles anuales. Cuando nos visitaban, todos terminaron siendo amigos entrañables de ambos.

   El postre de las comidas era cannabis que traían Meghan y Harry de distintos lugares de Medio Oriente. Especies de ofrendas de Jeques Embajadores o Diplomáticos. Mis amigos tenían pipas de agua con cuatro o cinco boquillas, otras que parecían erlenmeyer y cada loco con su tema. Pero después de trabajar tanto favorecía el ánimo mirar el cielo, bautizar con nuevos nombres las estrellas y escuchar a Satie, que nos ensoñaba a todos.

   Nuca quise casarme, pero la hermana de Meghan me pudo. Se apareció en mi Consultorio privado para que le realice su primer papanicolaou, nunca quiso hacerlo por no considerarlo necesario. Meghan le explicó que era una medida de prevención.

   ─Dígame Doctor, ¿necesito desnudarme la parte de abajo solamente?

   ─No mi querida, la de arriba también, así ejerzo mis conocimientos de Tocólogo, para ver cómo andan esas mamas.

   ─¿Me cubro con algo?

   ─Es mejor sin ropas, se sienta por aquí, apoya un piecito a la derecha y otro a la izquierda. En el medio voy yo.

   ─Doctor, ¿me va a doler mucho?

   Cuando vi esa vagina impecable, me arrojé noblemente sobre ella y en lugar de utilizar elementos quirúrgicos, le introduje mi miembro todo entero. Ella no pudo evitar gemidos, sobre todo cuando investigué sus mamas, que me esperaban con dos pezones inquietos y puntudos. Cerré mi Consultorio con ella adentro. Y fue tanta la reiteración de poner y sacar que le pedí por favor que se casara conmigo y ella contestó:

   ─Sí, lo que usted quiera, pero sigamos haciendo lo que estamos haciendo.

   Y al final me casé. Tuvimos cuatro hijos, uno por año y seguimos teniendo hijos. Cuando llegamos a diez, nos detuvimos. Meghan y Harry se quedaron en casa con los diez.

   Nosotros aprovechamos para seguir haciendo lo que mejor sabíamos hacer, en Inglaterra, claro.

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