─Mami, ¿por qué Papá está tan triste?
─Alguna vez te lo tenía que decir: nos vamos
a separar. Tu Papi todavía no sabe nada, pero lo presiente.
Pasaron dos semanas y una noche me
despertaron con ruidos de platos y vidrios rotos, gritos, portazos por aquí y
por allá. Cuando llegaron a las manos aparecí yo:
─¿Me
quieren decir qué es lo que pasa?, a Mami le sale sangre de la nariz y vos Papi,
estás todo arañado, con un diente partido. Yo sé cómo termina esto, Mami no me
aguanta más, está harta de mis “por qué”, sabiendo que yo me sé las respuestas.
Y vos Papi, tampoco me soportás, te robo plata de la bille, como todas tus
frutillas, te dejo una sola, para que no engordes. Además no soy tonto, vos
tenés una Novia, te encerrás en el baño y le decís que es divina, te escucho
por las cañerías. Vos Mami, el único día que estás contenta, es cuando viene tu
Masajista. Me mandás a jugar a la calle, seguro que hacés las mismas cosas que
hacías antes con Papi.
Dijo Papi:
─La culpa la tienen las películas, mucha
televisión le hace imaginar lo que no es.
─También escuché que Mami no quiere quedarse
conmigo, que me cuides vos, dijo. Y vos le contestaste: Ni loco, mándalo a
vivir con tu Vieja. En el Gabinete del Colegio, la Pedaboba me dijo que ustedes
son multipolares. Al otro día, cuando bajamos abajo, Papi me agarró de un brazo
y vos me agarraste del otro, tironearon tanto que me sacaron los dos brazos.
Ahora tengo enyesado los dos. Encima me mandaron solo al Hospital, porque les
daba vergüenza. Cuando volví, estaban como dos tortolitos, se daban piquitos
mientras miraban una peli pronográfica. Me voy de mi casa, me parece que el que
está sobrando soy yo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario