domingo, 25 de septiembre de 2011

ESPERA CON PARTIDA

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Obra breve en un solo acto


Personajes:

Yocasta: Menuda, austera. Rodete perfecto. Falda bordó. Blusa verde malva, abotonada hasta el cuello. Voz de mandato en si bemol sostenido. Anteojos redondos. Zapatos de Taquito militar.

Felisberto: Quijotesco, depositado estilo molicie. Pantalón beige sin planchar. Chomba blanca sin ganas. Hablar de intelectual fuera de servicio.

Desiderio: Robusto, de mejillas rosadas y bigote hirsuto. Porta bombacha de campo. Bremer rojo planchado, escote en v gastado. El cuello que asoma interrumpe un pañuelo negro. Mal hablado con empeño. Mocasines con retenciones.

Pierre: Blanco tuberculosis. Traje gris de caída triste. Su voz melindrosa y susurrante denota que toda su semana siente la melancolía: atardecer de domingo. Enormes ojeras negras denotan esperanzas ausentes.

Voces provenientes del buffet: grabadas al mango por los dueños del teatro. Actores frustrados. Dos voces masculinas y dos femeninas.

Escenario:
Sala de espera, un lugar pentagonal, amplio, cuatro puertas cerradas y un zaguán con un timbre, tiene connotaciones con una mama generosa, oprimiendo el pezón, en vez de ring dice: mami, desproporcionado en dimensiones. La luz proviene de un patio. Los vidrios son esmerilados amarillo atardecer. Los psi que atienden en sus respectivos consultorios están ausentes.



Se abre el telón.

En una de las cómodas butacas se encuentra Felisberto, el paciente más antiguo de la casa. Un retazo de su calzoncillo rojo, asoma de la bragueta cerrada con descuido. Su postura de rodillas separadas lo evidencia.
Los tres pacientes restantes ocupan asientos circundantes.

Yocasta: –Disculpe, pero tal vez usted no advirtió qué tiene entre sus piernas.

Felisberto: -¿Yo? [Juntando sus rodillas.]

Yocasta: -Sí, ahora se nota menos, pero igual está.

Felisberto: -Y claro, todos los hombres tenemos.

Yocasta: -No, claro no, no le quedó claro. Es rojo.

Felisberto: -En general es marroncito o rosa oscuro. Tal vez una transferencia de mi analista haga que le pregunte ¿Cuál es su deseo?

Yocasta: -Que se cierre la bragueta.

Felisberto: [Se mira.] –Oh disculpe, recién me doy cuenta.
[Se pone de pie y hacia la pared trata de prender aquello.] ¿Sabe que pasa?, perdí el botón.

Yocasta: -No se preocupe, en mi cartera llevo siempre hilo aguja y botones, si usted me permite se lo coso.

Felisberto: -¿Haría eso por mí?

Yocasta: -O por cualquiera en su situación. Venga, que sin luz no puedo. No, no se siente, prefiero de pie. [Le cose el botón y corta el hilo con los dientes. Los dos pacientes restantes miran, se codean y ríen con descaro.]

Yocasta: -Disculpen, olvidé mi tijerita.

Felisberto: -¿Cómo agradecer su gentileza?

Los otros pacientes: - ¡Que se besen! ¡Que se besen!

Yocasta: -Bueno, bueno. Pero un piquito nomás y sin lengua, por favor.

Felisberto: [Se acerca a Yocasta y dice a los otros pacientes.]
- ¿Podrían no mirar? Me da vergüencita.

Desiderio: -Ah, qué vivo, la idea fue nuestra, tenemos derecho.

Pierre: -Se ve tan poco amor en estos tiempos, sólo en las películas. No sean egoístas.

Yocasta: -Es atinente lo que piden. Concedido. Venga Felisberto, anímese. [Cierra los ojos frunciendo los labios a modo de corneta. Felisberto se acerca, titubeando y le da un beso. Vuelve a su butaca y suspira mirando al techo.]

Pierre: -Tal vez no necesitemos un analista, tal vez una caricia, una mirada, un beso…
[Por un instante todos callan, como pensando.]

Desiderio: -¡Qué lo parió! ¿Hace cuánto que estamos esperando?

Felisberto: -Y… estos tipos son así, te arrancan la cabeza y te atienden cuando quieren. A veces ni están con un paciente. Se meten en el buffet a tomar café y a hablar boludeces. O de nosotros. Quién sabe.

Yocasta: -No me asuste Felisberto, es mi primera vez. Según me dijeron lo que usted cuenta no sería ortodoxo.

Desiderio: -Me sacó la palabra de la boca, para mí hablan del orto cuando están juntos. Lo de doxo, perdón por mi ignorancia. ¿Qué viene a ser doxo?

Felisberto: -Usted hace poco que viene ¿no?

Desiderio: -Yo no soy de los que una vez por semana. Vengo cuando tengo algún kilombo. Ahora porque me echó la turra de mi jermu.

Pierre: -Yo por suerte vivo sólo, pero, al atardecer ¡Me da una tristeza!

Desiderio: -¿Sólo? ¿Cuántas piezas tiene?

Pierre: -Tres.

Desiderio: -Entonces hay dos que no usa, bien puede alquilarme una. Yo a la tardecita lo acompaño, le cebo unos mates y hasta le puedo dar una alegría. Total, a mí me da lo mismo.

Pierre: -Le aclaro que yo no soy gay, pero una pieza le puedo prestar.

Desiderio: -Acepto, por lo demás no se preocupe, todo lo estrecho finalmente se dilata. Ya va a ver.

Yocasta: -Ustedes perdonen mi indiscreción, pero, ¿a qué hora tenían su sesión? De a uno por favor. Es un tic que me quedó de la docencia, disculpen.

Felisberto: -Querida costurerita, que seguro no dio aquel gran paso. Perdone, es un tic que me quedó de la indecencia. Mi sesión es a las cinco de la tarde, desde hace la sinrazón que me trae aquí todos los miércoles.

Yocasta: -Son las seis menos cuarto. Su psi es retardado, un lapsus, Felisberto, su psi se encuentra retardado.

Felisberto: -No fue un lapsus, coincido con usted, el tipo es retardado. Pero él lo ignora y a mí me viene bien, amo dormir siesta y esto me permite llegar tarde y atardezco dos veces.

Pierre: -¡Qué triste es el atardecer y dos veces! Me mata lo que dijo. Mi turno es a las diecisiete cuarenta, mi terapeuta es puntual, es raro, ya tendría que aparecer con sus manos cruzadas y esa sonrisa de ángel señalando el diván.

Felisberto: -¡Qué antigüedad Pierre! Ahora se dice futón.

Desiderio: -Futón, diván, es lo mismo. Uno se acuesta y el tipo o la mina capaz que se saca los mocos a nuestras espaldas mientras contamos el drama que nos trae. A mí me tenía que atender a las cuatro, capaz que tenía demasiados mocos para una sola sesión.

[De pronto bajan las luces en la sala de espera, los pacientes callan. Ruido de copas, risitas ahogadas provienen del buffet de los psi, hay uno que habla gritando, tiene la voz gangosa y arrastra palabras ininteligibles.]

Felisberto: -Me lo imaginaba, están de copas, con su licencia, Yocasta, para mí están con un pedo mormoso.

Pierre: -Morboso digamos, es más el lenguaje que usan ellos, digo.

[Se escucha un in crescendo de voces superpuestas hay portazos y ruidos de vidrios rotos.]
[Yocasta saca su crochet y teje.]

Yocasta: -Voy a aprovechar el tiempo. Pienso que es gente que sabe tanto de la cabeza, tal vez no les quepa todo y hoy la perdieron.
Desiderio: -¡Ah sí! La joda loca. Me parece Yocasta que se fueron al cara… bueno usted sabe. No fui a la escuela, soy grosero sin querer.

Yocasta: -Lo único que dijo y no está mal, es carajo, todos sabemos que es desde donde los marineros avistan la costa. Además no terminó la última sílaba. En cuanto a la joda loca pienso igual, todos lo pensamos, ¿no?

Felisberto: -Y otras cosas más, que mejor callar, para no llenarnos de ira.

[Ahora hay música de salsa. El sonido crece. Se escuchan saltos y tumbos acompañando el desfasaje. Una voz femenina chillona grita, Felisberto reconoce la voz quebrada, casi afeminada de su terapeuta.]

Voz femenina: -¡Por favor déjenme la bombacha, aunque sea!
Voz terapeuta de Felisberto: -El calzón me queda mucho mejor a mí que a ella, no se lo devuelvo ni en pedo.

Felisberto: -Es la voz inconfundible de mi terapeuta. Lo imaginaba, es puto. Sus propias acciones, lo que acabo de escuchar, lo prueban. Ahora comprendo su insistencia acerca de si mi elección sexual era la correcta. Hacía su transferencia en mi sesión y lo que es peor aún, en mi persona. ¿Pensaba que me lo iba a avanzar el idiota?

Pierre: -Me impresiona cómo los terapeutas se parecen a los seres humanos.

[Continúa la orgía del buffet, se oyen risotadas, palabrotas, golpes de puño sobre una mesa, gemidos de sexo. Todos arrastran objetos y palabras. Hay un espacio de desmayo general, precedido de la puerta que se entorna hacia la sala de espera. Ninguno de los pacientes se atreve a mirar.]

Yocasta: -Sería oportuno que todos nos fuéramos. El zaguán está abierto. De pie, salgan. Perdón me quedó de la docencia.

Desiderio: -¿Y si nos vamos a comer unas pizzas?

Felisberto: -Y a tomar unas birras, no vendría nada mal.

Pierre: -Éste es el ocaso del psicoanálisis, vayamos.

Yocasta: -Salgan, en dos minutos estoy con ustedes, debo concluir un algo que no vale la pena decir.

Felisberto: -Sí, claro, cómo no, por supuesto, haga usted Yocasta, venga pronto que me pone triste su ausencia.

[Yocasta entra al buffet. Permanece unos instantes, sale con premura. Los pacientes la esperan en el zaguán.]

Yocasta: - Salgamos chicos, prontito, sshh, en silencio por favor, todos duermen. De menor a mayor.

Pierre: - ¿Notó Yocasta, qué olor a gas proviene de allá? [Señalando el buffet.]

Felisberto: -Es verdad, qué intenso ¿no?

Desiderio: -Vamos muchachos, vamos de una vez ¿Quién cierra?

Yocasta: -Yo, que soy la última, cierro con llave.

Pierre: -¿Y la llave Yocasta?

Yocasta: -A la alcantarilla de afuera, es lo más seguro, para ellos y para nosotros.


____________Telón___________

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