martes, 25 de junio de 2013

SOUVENIRES


      Parecía un fleco Miss Dent, pero con su dignidad a salvo. Dos personas entraron a la sala de espera, ninguna reparó en ella.
- El souvenir llevalo vos-. Dijo el anciano.

      El pasado de la mujer estaba escrito en su aspecto. Denostaba a su anciano marido, un hombre distinguido, de cabeza augusta. Llevaba un traje impecable, si no fuese por la manga derecha ausente y ningún botón en su saco. Como si un tiburón hambriento hubiera intentado devorar su elegante traje.
- Mirá lo que sos, un anciano libertino, con pinta de vagabundo, más el valor agregado del alcohol bebido, como si fuese agua. El souvenir llevalo vos-.

       Mientras ella hablaba, sin detenerse, él se quitó una media y colectó su pelo blanco, en un rodete prolijo. Ella tenía pestañas postizas rodando por sus mejillas y el rouge desplazado hacia el mentón. Fue el compromiso de una sobrina nieta, al que fueron invitados.

      Ella siguió con sus arengas. – Tu querida sobrina nieta nos convidó cocaína, notó la euforia que nos produjo. Para aplacar aquello nos convidaron cigarrillos de marihuana. Trastabillamos en la piscina y caímos dentro. El rescate lo hicieron tres bestias que vieron nuestros atuendos rotos. Se reían al ver dos viejos drogados, mojados y semidesnudos. El souvenir llevalo vos-. El anciano le recordó que eran jóvenes, así se divertían ahora. –Fijate que a mí se me tiró encima una niña de veinte años y pretendía hacer el amor ¡pobrecita! El souvenir llevalo vos-.
 La mujer confesó que tuvo una excelente relación, con un joven, que elogió su cuerpo de Venus.
- Te ganaste un admirador, el souvenir llevalo vos. Recibilo como un premio-.


      En un rincón de la sala de espera del tren estaba Miss Dent, escuchando todo, pero mirando hacia otro lado. Los viejos la advirtieron tarde, ella debió escuchar toda la conversación. Cuando llegó el tren, el anciano dio paso a su mujer y luego a Miss Dent. Durante el ascenso le amasó los glúteos. Miss Dent tuvo ganas de contarles su historia. Cuando el primer rayo de sol le cerró los ojos, durmió, con el souvenir de los viejos encerrado en su cartera.   

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