lunes, 23 de junio de 2014

INFINITO

      Rodeo la casa, me apasiono con los árboles, me interesan más que la casa. Me alegra esta inversión para vivir. Las escaleras de acceso eran de madera, una crujía con sonido grave, cuando pasé me atrapó el tobillo y no lo soltaba. Se quebró. Miré la tabla, tan inocente, que parecía nueva, Mi primera noche escuché una voz que provenía de una cañería y otra que respondía. Rodeé la casa y comprobé que la cañería salía de ahí, haciendo un recorrido arbitrario a algún lado. Decidí comprar un aparato para atravesar la cañería y ver su final. Un arriero que pasó, me preguntó por los viejitos, le dije que bien, gracias. Parece que vivían en mi casa. Me dí una ducha y cuando miré hacia arriba, apareció una cabeza de ojos rojos y me quemó el brazo.

      Al día siguiente decidí marcharme. Hacía diez días que no dormía. En la primer casa que encontré, golpeé una aldaba. Fue raro, parecía una reproducción de la otra casa.

 Me abrió una anciana y su marido. Le pedí si podía quedarme por una noche. No pude dormir, empezaron las mismas amenazas que en la otra casa, descubrí el final de la cañería.

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