Rodeo la casa, me apasiono con los
árboles, me interesan más que la casa. Me alegra esta inversión para vivir. Las
escaleras de acceso eran de madera, una crujía con sonido grave, cuando pasé me
atrapó el tobillo y no lo soltaba. Se quebró. Miré la tabla, tan inocente, que
parecía nueva, Mi primera noche escuché una voz que provenía de una cañería y
otra que respondía. Rodeé la casa y comprobé que la cañería salía de ahí,
haciendo un recorrido arbitrario a algún lado. Decidí comprar un aparato para
atravesar la cañería y ver su final. Un arriero que pasó, me preguntó por los
viejitos, le dije que bien, gracias. Parece que vivían en mi casa. Me dí una
ducha y cuando miré hacia arriba, apareció una cabeza de ojos rojos y me quemó
el brazo.
Al día siguiente decidí marcharme. Hacía diez
días que no dormía. En la primer casa que encontré, golpeé una aldaba. Fue
raro, parecía una reproducción de la otra casa.
Me abrió una anciana y su marido. Le pedí si
podía quedarme por una noche. No pude dormir, empezaron las mismas amenazas que
en la otra casa, descubrí el final de la cañería.

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