jueves, 23 de abril de 2015

IN NOMINE PATRIS

      No había modo de entrar a ninguno de los lugares turísticos, vientos arrafagados, cielo de ovejas grises, algún rayo de sol de cuando en vez, regalos de dios para los fieles  que pasan semana santa siempre en este lugar. Hubo dimes y diretes entre dios y el servicio meteorológico. Una pena, tanta gente rodeada de neblina. Terminaron todos juntos en el mirador del Independencia, se vislumbraba el horizonte pampeano. Mucha cabeza baja, ojos tristes.
      Señalé con el dedo - ¡Uuuuy! ¡Se ve el mar! - Se vio que eran creyentes porque me creyeron. Tomaron sus vehículos. Alguno decía – Menos mal que traje malla-.
       Un niño quería llegar pronto, para hacer castillos de arena. Una señora sin malla dijo que se bañaría igual, preguntó si se permitía la falta de ese adminículo para meterse al agua. Otra le contestó que con este clima dos por tres llueve, convenía llevar paraguas.
        Las cabezas bajas se irguieron, los ojos se iluminaron, parecía una resucitación colectiva. Sentí orgullo de ser un líder encubierto, fui la autora de aquel milagro. Para vos Mami, que siempre dijiste que no sirvo para nada.

         El mar queda donde a mi se me ocurre, no cualquiera.

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