viernes, 26 de junio de 2015

EL EFEBIESCO

      Me molesta que por estar unos días juntos, se sientan con derecho a preguntar mi nombre, mi apellido, qué tareas desempeño, hacia dónde me dirijo. Parecen del f.b.i. y visten como ellos, igual que en las películas. Pasé por algo terrible, fui al baño de a bordo y entraron los efebiescos.
      Me violaron y no dije nada. Uno de los efebiescos  resultó ser un amante excelente, tanto tiempo encerrados, un record. Su compañero desapareció entre el gentío. El mío se quedó en postura de descanso, cuando vio a su compañero, armaron una escena de pugilato, donde ambos, ya cadáveres, flotaban en la pileta con sobretodo y sombrero.
      Viajé el resto del tiempo con náuseas, tan persistentes que nadie se acercó más.
       Me hice un test de embarazo y dio positivo. Todos se pusieron contentos en el barco por la buena nueva. Nadie pensó en mí, ni siquiera el efebiesco. Pedí una entrevista con el Capitán, le conté todo como a un sacerdote se le acude en desesperación. Con la pipa apagada en la mano dijo que tenía dos opciones: legrado o lo que yo quisiera.
      Al llegar al puerto el Capitán dejó a un subalterno y me llevó hasta la granja. Le gustó tanto que preguntó si podía pasar a saludarme el año que viene.

      Ahora me hamaco en el jardín y tengo la panza en mis manos, veo en el horizonte un tipo con uniforme blanco y gorra marina. Tuve dos opciones: espejismo o Capitán, ganó la segunda.       

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