Me molesta que por estar unos días
juntos, se sientan con derecho a preguntar mi nombre, mi apellido, qué tareas
desempeño, hacia dónde me dirijo. Parecen del f.b.i. y visten como ellos, igual
que en las películas. Pasé por algo terrible, fui al baño de a bordo y entraron
los efebiescos.
Me violaron y no dije nada. Uno de los
efebiescos resultó ser un amante
excelente, tanto tiempo encerrados, un record. Su compañero desapareció entre
el gentío. El mío se quedó en postura de descanso, cuando vio a su compañero,
armaron una escena de pugilato, donde ambos, ya cadáveres, flotaban en la
pileta con sobretodo y sombrero.
Viajé el resto del tiempo con náuseas,
tan persistentes que nadie se acercó más.
Me hice un test de embarazo y dio
positivo. Todos se pusieron contentos en el barco por la buena nueva. Nadie
pensó en mí, ni siquiera el efebiesco. Pedí una entrevista con el Capitán, le
conté todo como a un sacerdote se le acude en desesperación. Con la pipa
apagada en la mano dijo que tenía dos opciones: legrado o lo que yo quisiera.
Al llegar al puerto el Capitán dejó a un
subalterno y me llevó hasta la granja. Le gustó tanto que preguntó si podía
pasar a saludarme el año que viene.
Ahora me hamaco en el jardín y tengo la
panza en mis manos, veo en el horizonte un tipo con uniforme blanco y gorra
marina. Tuve dos opciones: espejismo o Capitán, ganó la segunda.

No hay comentarios:
Publicar un comentario