Trabajaban enfrentados dos escritorios y un pasaje de personas. Cinco años. Se observaron.
Luego fueron recortes de madera que los encubaban y se veían las caras. Quince años. Se usaron de espejo.
Llegaron las puertas cerrojo y los cerrojos quedaron enfrentados. Veinte años.
Jamás se cruzaron a la salida. Estuvieron sentados contiguos en la reunión anual de la empresa. Sólo se miraron para arreglarse el pelo o la moña de la camisa. Antes de irse, en vez de saludarse, se miraron el hombro y quitaron migas similares.
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