Compartíamos la pieza, León decía que no
era judío, pero su perfil y la postura de alguien que hace tiempo corre, corre
y corre, lo desmentía. No es judío, no
practica la religión. Yo soy católico, pero no ejerzo. Ocurrieron episodios
oscuros. No creí más en nadie hasta que conocí a León.
Dijo que no tenía xenofobia. Un día
furioso largó un “sos un judío de mierda...” mientras pintaba su fijación de
rejillas y túneles. Es un goy pura sangre. Hay que esperar. Ya alquilamos un
taller oxidado y luminoso, no vaya a ser.
Él prefiere el desnudo. La pobre Lina con
una estufita posando tres horas consecutivas. Le llevo café caliente. Ella me
agradece y León se pone de la nuca. Le arruinamos algo que no veíamos. León se
fue. Por la noche me había perdonado. Dijo que entre él y la modelo había cosas
que no se veían, eso quería plasmar, lo que no estaba.
Yo no lo perdoné. Ese día estuve con
Lina. Desayunamos vino caliente con canela, almorzamos con amontillado moderno
y dormimos una siesta morrocotuda en un hotelucho. Era mío su calor, míos sus
ojos, su espalda tibia y sus pies fríos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario