Estudiar con 40 grados y escuchar splash,
splash, las gotas de sudor caían en los apuntes.
Bajó corriendo y se tiró en el agua fría
de la pileta. Pasó quince días saliendo y entrando hasta que la piel se le hizo
papel crèpe, otitis en ambos oídos, sinusitis, dolor de pecho. Por usar aire
acondicionado, pescó neumonía. La tía Ivana lo obligó a meterse en la cama,
tomaba una medicación para cada rubro, ella se encargó de su restablecimiento. Era
el ahijado, por eso lo llamaron Iván. Tenía cinco o seis novias. “El amor libre
es una comodidad que otorga un descanso alado. Siento que la muerte de mi mujer
y mis dos hijos me trajeron a esta casa. En algún lado tenía que curtir el
duelo. Fue hace cuatro años, cruzaron a la plaza y nunca regresaron. Yo los
busco, tengo dos amigos que me ayudan. Es un secreto para los tíos y las
novias.
Tenemos carpetas con sospechosos,
recortes de diarios, entrevistas barriales y mapas aéreos.
En el medio de la plaza había un monumento
a la bandera, en la base una puerta que sólo abría el jardinero municipal.
Se presentó una mañana con ropa de mi
mujer ordenada, llena de polvo y la mochila de la niña envuelta en telas de
araña. Me comuniqué con mis amigos, ninguno mostró asombro por el
descubrimiento.
Un quince de Enero, de calor agobiante,
llego a casa y encuentro a mis hijos jugando en el jardín.
Había olor a milanesas recién hechas, mi
mujer me dio un beso cotidiano. –Pero hace cuatro años que pienso que habían
muerto y vos te aparecés así, como si te hubiese despedido hoy temprano y ahora
no entiendo, me confundo, ¿qué día fue? ¿Un quince de Enero?-. Ella miró con
piedad
–Hoy es quince de Enero del 2016, recostate y cerrá los ojos-. Mi hijo más grande llamó a la clínica. Me vinieron a buscar, yo me dejé llevar. Recuerdo voces lejanas, el diagnóstico decía que confundía los tiempos. Reducía un año a un día, o pensaba que la semana que se avecinaba era la pasada. Me presentaba a trabajar los domingos. Es todo cierto, pero en este lugar implementan los baños fríos y los electroshock. Todo esto me vuelve loco.”
–Hoy es quince de Enero del 2016, recostate y cerrá los ojos-. Mi hijo más grande llamó a la clínica. Me vinieron a buscar, yo me dejé llevar. Recuerdo voces lejanas, el diagnóstico decía que confundía los tiempos. Reducía un año a un día, o pensaba que la semana que se avecinaba era la pasada. Me presentaba a trabajar los domingos. Es todo cierto, pero en este lugar implementan los baños fríos y los electroshock. Todo esto me vuelve loco.”

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