sábado, 7 de julio de 2012

INTERFERENCIAS


      Vivo solo, extraño los sonidos de mi casa paterna. Ahora escucho cosas que vienen de afuera sirenas, autos, micros, motos y una música salsera de algún boliche lejano. Estudio con ese concierto que apabulla, pero acompaña. Cuando los decibeles citadinos menguan voy a dormir. Escucho los pasos del departamento de arriba, hay unos tacos altos que martillan mi cabeza, portazos. Hay corridas con sonido de pasos masculinos. También escucho muebles que se desplazan, vajilla que se estrella en mis oídos.

      Hoy fue distinto, hubo silencio. Durante la madrugada escuché pasos marciales; a los quince minutos nada. Tomo el ascensor y la anciana, que vive sola, me pregunta si estaba enterado del cr… Abrí la puerta, le dije no tener tiempo. Con el dinero del alquiler me compré un equipo de música. Ahora estudio y duermo perfecto. En el edificio no piensan igual. Hicieron una reunión de consorcio para tratar mi caso: “música alta”. Llamé a mi padre, que está orgulloso de mis dieces en todo. Hizo forrar las paredes de mi depto. con madera, telgopor, lana de vidrio y corcho. Me visitó una semana. Cuando se fue me sentí aliviado, lo quiero mucho, pero su partida me hizo recobrar mi propio pentagrama. Puse al mango: Los sonidos del silencio, por Simon & Garfunkel, una antigüedad, me envolví en el acolchado de duvet, que me mandó mi madre y dormí un día entero. Mucho stress. 

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