Si llevara dos alitas en la espalda, su
elegancia levitaría en todas las baldosas. Habla en tonos bajos, modulados y
prudentes. Si en medio de alguna charla, algún parroquiano solicita su
presencia, acude con disposición respetuosa a su trabajo.
Sofía terminó cu carrera, que no era
servir café, tal vez algún día ocupará el lugar que le corresponde. A veces
está contenta y mira el afuera con risas de niña. Otros días se le dibuja una
tristeza que lastima el aire. Conoce chicos, pero no aparece el genuino que
Sofi merece. Hace tres días viene un solo que pide un cortado en un castellano
raro. Le tiemblan las manos cuando ella deposita la tacita. Lleva un libro que
parece leer, pero no lee. La mira cuando ella no.
Sofi no asiste al trabajo y nadie sabe
nada. Pasaron los meses, hasta que llegó una tarjeta para todos. Es una foto donde aparece el Big Ben, el
Támesis y al medio está Sofía, abrazada por el solo. Él apoya una mano sobre la
pancita gorda de una Sofi angelada y sonriente. No tiene nada escrito. No lo
consideró necesario. Nosotros tampoco.

Es muy lindo saber que son esos pequeños y sencillos detalles los que quedan en la otra persona. Creo que es eso lo gratificante en cualquier ser humano. Cada persona es un mundo, y celebro el hecho de que se cruzaran en mi vida!! Gracias, gracias, gracias!! Ya tengo dos personitas mas en mi valija de viaje!! Bellas personas, de sentimientos puros, simples, y desinteresados. Con mucho cariño… Sofí
ResponderEliminarMe vas a hacer llorar, turra. Te queremos.
ResponderEliminarY escribís muy bien.Seguí escribiendo, Sofi.