Paralelepípedos, palabra flatolencista. Ecuación, canción del pato dormido. Horarios y timbres oportunos para huir. Sujetos simples y compuestos, predicados recurrentes. Un oprobio, tanta carpeta, tanto apunte, tanto pespunte encerrado. Sustraendo los años, los mejores.
Construcciones poli polares inútiles. Ni para el reciclado. Química, para el sueño, equivalente al rivotril.
Historia, superior al rohipnol. Todo es tan alto y lejos, que no se alcanza y cuando uno es joven, pisa. Si molesta, ignora y pizza, ahí está lo más rico, finita me gusta, equilátera, con hilos colgantes del diente al triángulo.
No importaban las capitales, eran demasiadas abstracciones para tantos nombres. Sofía aburría, con su nombre tan filoso. Intervenciones agresivas, números periódicos y libros de gallegos antiguos, con olor a apolillado. Gimnasia, contra natura en el horario, alcalosis postprandial. La zaga del ghetto continúa en Universidad sin universo. Conseguir novio y alguna somera nota, para no terminar el verano culo en silla. Dórico, Jónico, Corintio. Mucho profe nadador, dejándome ahogada en la ignorancia.
El jardín de infantes, tan tonto, fue el origen de aversiones posteriores. Los “master” en lo que sea, los “bacos” para el que estuviera más en pedo que acomodado. Para qué tanto banco para aprender. Si se concretó con un final de hacer cola para pagar en el Banco.Perversos, dispuestos a matar el tiempo joven. La calle dicta clase públicas, no hay que anotarse. Nos inscriben y ningún notable te manda a marzo. Los tacheros son más de mandarte a la concha de tu madre, que a recursar.
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