martes, 27 de febrero de 2024

EL LENGUAJE DEL CUERPO

    Querida Cita, no sabés lo ansioso que estoy por verte así cerca, aunque hablemos pavadas, no tendremos Internet por medio. Ojo con ojo, según me dijiste sos tuerta, nariz con nariz, boca con boca y saber detenerse a tiempo. Faltan diez minutos, casi desmayo.

   Este mensaje lo mandó Zito. Ella lo reconoció por sus  sentimientos escritos apasionados y sinceros. Le respondió que sí, los dos se darían cuenta quién era quién. Él la aventajaba, no había mucha tuerta con parche. La vio cuando entraba a la confitería. Tenía una figura perfecta y era elegante aún con vaqueros y remera así nomás. Corrió para abrir la puerta. Cita, con voz casi adolescente dijo:

   —Gracias Zito, no era necesario.

   Lo miró con el ojo verde malva y eligió una mesa cerca de la ventana. Ella pidió un té verde con tostadas, manteca, mermelada, una porción de torta de chocolate y seis medias lunas.

   Zito no quiso tomar nada, los nervios le trastornaron el epigastrio.    Intercambiaron palabras solas, ella no sentía nada más que hambre. Él sintió ganas de salir corriendo, pero Cita le tomó las manos con fuerza y restos de chocolate. Luego se puso de pie y fue al baño, volvió hecha una duquesa, se sentó en la silla como si fuese una chaisse-long. Él peguntó si su ojo era de nacimiento o de alguna escena de pugilato. Había un dejo perverso en su pregunta.

   Cita dijo que fue un novio tipo Otelo, celoso de todo lo que ella miraba, así fuera una baldosa. Un día llegó tarde por razones laborales, él no le creyó y le clavó una lapicera de acero en el ojo. Huyó llevándose el ojo de recuerdo.

   Zito le dio un beso y la abrazó. Rodaron por el piso, vino el mozo y les extendió la cuenta. Cita dijo:

   —El té no era verde, las tostadas estaban quemadas, la manteca vencida, la mermelada no era casera, la torta era un símil cuero y las medias lunas parecían del gobierno anterior.  A mí no me vas a cobrar las porquerías que trajiste!

   Lo dijo en voz alta para que todos escuchen. Se fueron abrazados, tan pegados que más de uno debió pensar que era una postura nueva para..., bueno somos grandes, que cada uno piense lo que quiera.

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