Ella dice, que
frente al hombre que se le impone, dirige sus ojos a los ojos de él. Fuerte, lo
mira, hondo, para que el tipo sienta que ella es alguien más que cualquier
otra. Yo la miro, no veo esos ojos profundos que dice tener. Son oscuros,
tienen brillos, pero les falta cosmogonía. Conocí ojos, de pupilas negras,
donde caí como Alicia, en tirabuzón y sin garantía de retorno. En el país de
las maravillas hubo miradas que me llevaron a lugares desconocidos, abrieron
puertas y ventanas. Salieron soles, corrieron nubes, para ellos y para mí. Vi
llover con arco iris levantando el telón de todos los colores.
Tenía
endorfinas, adrenalina, neuronas perfectas, la demencia sin excesos. Los ojos
de los demás me importaban porque tenían fortaleza, generosidad y sentimientos
piadosos. Algo se dividió, se fragmentó, hasta extravió la memoria y junto con
todo, la mirada.
Ahora hay ojos
perdidos en cualquier persona. Terminan ahí, justo en la forma, no tienen
adentro ni fondo, ni dicen, ni quieren. Pobres las miradas de hoy, tanto
deterioro por ambiciones ciegas. Recién levanté la vista de mi cuaderno y
encontré unos ojos que miraban genuino.
Me quise por
primera vez, gracias al espejo que tengo enfrente. Tienen que existir otros,
que no sean tan tristes y añosos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario