jueves, 17 de marzo de 2016

ANÓFELES, ZIKARIOS, FUGLIANOS


   Tenía los expedientes para llevar a tribunales ni bien abriesen. Había mosquitos en toda la atmósfera de casa, aún con las viejas espirales y frasquitos enchufados parecían inmunes a los venenos.
   Las sábanas se me pegaban al cuerpo y los silbidos de los moscos rozaban mis oídos y picaban piernas, brazos, espalda, ni mi cara respetaron. Con la luz apagada, agarré la primera carpeta del escritorio, debo haber matado seis como mínimo.
   La batalla continuó, mis armas eran lo que tenía más próximo, arremetí con los expedientes, el enemigo pareció desaparecer. Quedaron muchos heridos que picaban tres veces en el mismo lugar. Seguí con las otras carpetas, me parecieron las más contundentes. Eran invencibles, con los expedientes restantes proseguí hasta la madrugada. Me desperté con los ojos pegados, dejé que el agua fría ayudara a sentirme vivo.
   Como un acto reflejo cotidiano ví el espejo. Tenía marcas de carpetazos en toda la cara. Las picaduras parecían verrugas cagadas a palos. Peor los expedientes, corrugados con firmas y sellos diluidos.
   Pasó un tiempo prudencial antes de poner en orden los papeles que planché, las carpetas con sus ítems corregidos con tinta centrifugado final.
   Me disfracé de limpio y corrí la violenta olimpíada a tribunales, llegué tarde, me atendió la secretaria con su arruga de constreñida más honda que nunca.
   Se asustó cuando me vio y preguntó 
-¿Qué le pasó?-.
   Le dije que justo cuando cruzaba la plaza me cayó un nido de camoatíes en la cabeza 
–Vienen para aquí. Llego tarde, ¿puedo hablar con el Juez?-.  La constreñida abrió la puerta y el Juez, molesto por la demora, ni ofreció que me sentara.
   Le entregué las carpetas con los expedientes que llevaron meses de trabajo. Los hojeó con mirada displicente.
-Cuánto mosquito aplastado tienen estos papeles, diría que son impresentables-. Giró su silla neumática y arrojó al cesto todas las carpetas,-Según mis secretarios, sus expedientes son innecesarios, Buenos días y disculpe la molestia, doctorcito, así como yo disculpé su tardanza-.

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