Tenía los expedientes para llevar a
tribunales ni bien abriesen. Había mosquitos en toda la atmósfera de casa, aún
con las viejas espirales y frasquitos enchufados parecían inmunes a los
venenos.
Las sábanas se me pegaban al cuerpo y los
silbidos de los moscos rozaban mis oídos y picaban piernas, brazos, espalda, ni
mi cara respetaron. Con la luz apagada, agarré la primera carpeta del
escritorio, debo haber matado seis como mínimo.
La batalla continuó, mis armas eran lo que
tenía más próximo, arremetí con los expedientes, el enemigo pareció
desaparecer. Quedaron muchos heridos que picaban tres veces en el mismo lugar.
Seguí con las otras carpetas, me parecieron las más contundentes. Eran
invencibles, con los expedientes restantes proseguí hasta la madrugada. Me
desperté con los ojos pegados, dejé que el agua fría ayudara a sentirme vivo.
Como un acto reflejo cotidiano ví el espejo.
Tenía marcas de carpetazos en toda la cara. Las picaduras parecían verrugas
cagadas a palos. Peor los expedientes, corrugados con firmas y sellos diluidos.
Pasó un tiempo prudencial antes de poner en
orden los papeles que planché, las carpetas con sus ítems corregidos con tinta
centrifugado final.
Me disfracé de limpio y corrí la violenta
olimpíada a tribunales, llegué tarde, me atendió la secretaria con su arruga de
constreñida más honda que nunca.
Se asustó cuando me vio y preguntó
-¿Qué le pasó?-.
-¿Qué le pasó?-.
Le dije que justo cuando cruzaba la plaza me
cayó un nido de camoatíes en la cabeza
–Vienen para aquí. Llego tarde, ¿puedo hablar con el Juez?-. La constreñida abrió la puerta y el Juez, molesto por la demora, ni ofreció que me sentara.
–Vienen para aquí. Llego tarde, ¿puedo hablar con el Juez?-. La constreñida abrió la puerta y el Juez, molesto por la demora, ni ofreció que me sentara.
Le entregué las carpetas con los expedientes
que llevaron meses de trabajo. Los hojeó con mirada displicente.
-Cuánto
mosquito aplastado tienen estos papeles, diría que son impresentables-. Giró su
silla neumática y arrojó al cesto todas las carpetas,-Según mis secretarios,
sus expedientes son innecesarios, Buenos días y disculpe la molestia,
doctorcito, así como yo disculpé su tardanza-.

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