-¿Porqué me mirás?¿Te querés enterar del
paso del tiempo? Y encima, tenés razón, mi panza parece intentar llegar a los
empeines. Seguí nomás, mirá, las tetas son tan abiertas que cuelgan de mis
axilas y las puedo atar detrás de mi espalda, como si fuera el elástico de un
corpiño.
Me pongo de costado, así no molesto tu
posición relajada, mirá este glúteo y después mirá este otro, las cataratas del
Niágara, que cataratean sobre mi culo caído. Fijate, tengo protuberancias y
pozos, vino por mí la celulitis, hasta tengo hemorroides celulíticas. Ahora que
me siento ves mis dedos de los pies encimados.
Preparate, los levanto. Los ves sin interés.
En todos estos años capas y capas de piel callosa, no tengo planta de los pies,
tengo suelas con plataformas. Gracias a ellas mirá como te empujo. Si quiero te
beso la boca, si quiero aplasto mi cara contra la tuya. Te muestro con
linterna, mirá hasta en donde salen
canas.
Tu mirada es más cruel que la verdad verdadera.
Esto se terminó, no quiero más tus ojos
sobre mi cuerpo, te voy a reventar-.
Tomó un candelabro de bronce y rompió el
espejo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario