Coco preguntó distraído, -¿Ustedes se
acuerdan de Griselda?- Chacho miró de
costado –Buenas tetas, buen culo, gemelos perfectos, tobillos finos y esos
vestidos cortones, transparentes-. Toto suspiró –Las tetas eran más grandes sin
corpiño-. -¿Y vos qué sabés?-, preguntó Chacho. Los tres se rieron, Griselda
generosa, cachonda, estuvo con los tres. Lo hacía por gusto, no cobraba y a
veces se enamoraba.
-¿Saben que la vi el otro día, gorda, las
tetas le llegan al ombligo, el pelo es paja brava, los ojos los tapan bolsones
de piel-.
Griselda aprovechó la mañana de sol para
hacer compras, dos zanahorias, una caja de curitas y un minifrasco de café.
Se le fue el dinero que tenía en tres cosas
de oferta. Tardó en darse cuenta, los reconoció, saludó a todos con un beso
general –Casi paso de largo, ¡Qué cruel es el tiempo! Ahora que los miro,
pienso que hice bien en no casarme con ninguno. Vos Coco, pelado y esa panza
fútbol cinco, me dijeron que te pusiste un cinturón gástrico con hebilla
externa, por si cambiás de idea. Toto y Chacho están iguales, sólo que los
botones de sus camisas fueron expulsados por exceso de volumen, es patético
encontrarnos después de treinta años, por suerte yo estoy igual. Me ayudó la
moda de las calzas, me juntan todo, no uso dientes postizos, no tengo cirugías
plásticas, soy sana. Mi única dificultad es la psique, mi psicóloga los hace
responsables a ustedes, dice que no me los pueden sacar de la cabeza: Coco,
Chacho, Toto-.
Sonó su celular, ella decía –Sí, a las
cuatro está bien, acordate que tengo otro turno a las seis, vemos. Chaucito-.
–Antes de irme les quiero decir que tengo tres amantes insaciables y cambié
mucho, ahora cobro. ¿Saben cómo se llaman? Coco, Toto y Chacho. Sus atributos
son notables, bien dispuestos. Igual que ustedes cuando eran jóvenes-. Les
señaló las braguetas, con nostalgia.
Faltaban tres minutos para las cuatro.

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