-Me pusieron una pierna ortopédica, no había
mi número, quedaba sólo talle S. Camino renga, ni uso bastón-. Su amiga no dudó
un segundo. –Yo por suerte conseguí talle L y me entró a la misma altura que la
sana-.
-Tantos años que nos conocemos y nunca te
pregunté cómo fue-. La amiga acarició su pierna y le contó el episodio, una
camioneta de la policía pasó por encima de su pierna y se dieron a la fuga, no
sin antes gritarle –Te queda la otra, nosotros siempre dejamos propina-. Ella
se asombró, porque le sucedió igual, un patrullero le destrozó la pierna y se
dio a la fuga. –A esta gente hay que matarla, subirlos a una máquina
recolectora y que los compacten. Total no sirven para nada y encima te van quitando
pedazos-. La talle S pensaba que matar era feo, talvez lo mejor sería darles el
traslado a Medio Oriente, munidos de armas plásticas. ¿Sabés lo que hago cuando
veo un cana? Le pregunto cualquier verdura, hago que me mareo y le vomito
encima, cerca de la cara-.
La talle L, con la talle S, iban a pagar el
plus que dispuso la
Municipalidad para la policía local. Se brotaron las dos
cuando vieron la cifra, la cuarta parte de sus jubilaciones. Fueron a ver al
Intendente y el nabo les dijo que no estaba enterado. Tenía cicatrices en las
muñecas de tanto meter la mano en la lata. Talle L y talle S quitaron sus
piernas ortopédicas y le pegaron en todo el cuerpo, sobre todo en la cabeza. Siguieron,
no sin antes descansar los brazos, le
pegaron, le pegaron, le pegaron, lo mataron.

No hay comentarios:
Publicar un comentario