─Mami, ¿puedo ir a la Facultad con tu laptop,
el Tablet, tus lapiceras de puntas finas y las tintas que las completan? Ah ¡Me
olvidaba! Un conjunto de ropa interior.
─Muchachito lindo y bueno ¿para qué
necesitas la ropa interior?
─Le tengo que hacer un tattoo a una chica,
un pato Donald, tres chanchitos, una cruz católica y otra esvástica rodeando el
ano.
─¿Le vas a tatuar el ano? Eso es
pornográfico.
─Mami, ya cumplo cuarenta y vos tenés
setenta y pico, no me trates con órdenes perimidas.
─Llegó Papá, él tal vez me entienda.
─¿Qué tengo que entender?
─Me dieron un aula en la Facu para que
enseñe el arte del tattoo. Es por cinco meses. Ella no tiene plata y me
prometió que luego de los tatuajes se va a dejar pinchar por mí, ahí. Vos sabés
que pienso en ella y de inmediato se me…se me… Uy! Cierto que está Mami
presente.
─No te aflijas, esperemos que las otras te
paguen cash. Pero si decís que está rebuena, dale por adelante y por detrás.
Cuando el hijo lindo y bueno se retiró, sus
padres lo abrazaron y cada uno le puso un sobre de dinero en cada bolsillo.
─Si tenemos un sólo hijo, será pelotudo pero
es único, talentoso, generoso, buena persona, inteligente.
─Bueno, pará. Ya es suficiente. ¿No te
parece?

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