—La calma chicha
en el mar significa que se avecina una tormenta, ¿me escuchaste?
Se escuchó la voz
de una mujer —Sí, sí, sí, siempre te escucho, no como vos que jamás percibís
cualquier cosa que diga. Tenías que llevar el nene a la mañana y la nena a la
tarde ¡Me decías que te confundiste! No sé qué historia me hice para casarme
con vos, que te digo, es como vivir con una radio que emite y emite. Hacés lo
que querés, ponés la música que te gusta y ni se te cruza preguntar a ver si
estoy de acuerdo. Antes mi pelo era de seda, ahora decís que parece de escoba.
Él, de arriba pide ayuda para arriar las velas, ella tiene
el equipo amarillo y sube como un bombero. —Dejá que me ocupo del arriado y fíjate
si el motor arranca, si arranca apagalo de inmediato.
Él llega con
desgano al motor, lo pone en marcha y el barco navega hacia ningún lugar. La
mujer asoma el brazo amarillo y apaga todo. —No sabés lo que pasó! Me quedé
dormido en la segunda parte de lo que me dijiste ¿Qué era?
Si no fuera
porque me encargué de las velas y la tormenta disipó, nos quedábamos sin motor.
Cuando bajó a preguntar qué había de comer, el imbécil se cree que soy la “Mujer
Maravilla”, una ola de odio colaboró para empujarlo por la borda al mar.
Asomaba la cabeza y la hundía. Esperé dos horas hasta que supuse su ahogo.
Llegué a un espejo de agua en Paopetí. Di parte a la policía de la muerte de mi
marido. Cuando se hicieron presentes en el lugar, todos vieron con espanto,
cómo el cuerpo quedó atravesado por la quilla enredada en nudos marineros.
—Pobre Pepito, esos nudos sólo los sé hacer yo. Inventé el
elemento soga para que no reaparezca ese gandul de Pepe.
Metí la pata. —Oficial,
si es tan amable de suprimir de mi declaración a partir de “inventé el elemento
soga, para que no reaparezca ese gandul de Pepe”.
—Quiero agregar
que yo maté a Pepe. Me gusta decir la verdad.
—Con esto, espero que no me culpen
por la muerte de Pepín.

No hay comentarios:
Publicar un comentario