domingo, 6 de diciembre de 2020

ARISTOINGRÁTICO

 

   —Un café es para la Srta Isabel y el té para la Srta Margarita. Habían sido muy unidas, pero después tuvieron problemas de herencia. Se reunieron para compartir esta mansión. Sus aposentos están divididos. Aunque son contiguos.

   —La Srta Isabel, ¿quedó para vestir Santos? 

   —Tuvo un Novio muchos años, se sentaban durante los almuerzos. Notó que él miraba con avidez a la Srta Margarita. Cuando estaban solas, discutían en voz baja y la Srta Isabel salía indignada. Se amaban de lejos con las pestañas. La Srta Margarita no miraba a nadie, sólo a él. Y contrajeron matrimonio. Margarita era gorda como un chancho, se necesitaron cuatro personas para que el corsette le entrara. Su hermana arribó a la Iglesia vestida de princesa, de rojo, con un escote que le llegaba hasta el culo. En lugar de mirar a la Novia, los invitados se solazaron viendo aquel escote, su cuello de cisne, la cintura estrecha y unos inolvidables ojos de almendra. Cuando el Cura preguntó si la tomaba como Esposa, el Novio dijo: “No”. Corrió desesperado tras Isabel: “Me equivoqué y te pido perdón”. Se colgó de su vestido e hizo tanta fuerza, que lo descosió hasta los pies. Quedó desnuda de atrás. Subieron juntos al coche de cuatro caballos. La Srta Margarita, aceptó ser perdedora, en especial cuando descubrió que aquel novio miraba por igual a todas las mujeres que lo admiraban y a Isabel no le daba ni cinco de pelota. Las hermanas decidieron compartir la Mansión. No se hablaban y se miraban con desconfianza. La Aristocracia, históricamente, se componía de hijos de puta.

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