—Mami, ¿puedo
invitar a comer a mi amiguita?
—Claro que sí,
pero no me traigas a comer a todos tus amiguitos. Éste es un caso especial,
somos más amigovios que amigos. ¿Sabés lo que le pasó en la Escuela? Tenía el
guardapolvo con manchas de sangre atrás. La llamó a la Directora y dijo:
"¡Ya sos señorita, te felicito.” Ponete estos paños, por ahora.
—¿Cómo, niño
lindo y bueno?, es chica todavía para esos menesteres…
—Bien, Mami, vos
sabés mucho porque tenés diez años más que Papi. A mi amiguita le vino la
menestruación y tiene las tetitas más grandes que vos. Lo que pasa es que se
las venda, para que no se noten. Tiene vergüenza. Me dijo que le gustaría que
hiciéramos algo juntos, además de los deberes. Tuve que contarle, todavía no me
desarrollé. A propósito, cuando tendés mi cama, ¿nunca encontraste mojaduras
raras?, no de pis, si no de lo otro.
—Qué es lo otro?
—Vamos, no te
haga la boluda, como dice Papá cuando vos no estás.
—Para tu alegría
ya van tres veces que encuentro tus sábanas mojadas, bah, en realidad todos los
días. ¿Y por qué tanto apuro?
—Porque mi
amiguita dijo que me apure, así estamos en la misma situación y podemos
hacerlo.
—¿Hacer qué?
—Lo que hacen
vos y Papi cada quince días, a mí me gustaría hacerlo aunque sea cuando sus
Padres no estén. También puedo entrar por la ventana, su habitación está
cerrada con llave, a ella le gusta así, para que nadie la moleste. Ayer me
invitó, pero cada vez que la quiero tocar, grita como una rata. Después me
dijo: “Esto que vamos a hacer es pecado. Tenemos que esperar a casarnos.”
—Niño lindo y
bueno, ¿qué le contestaste?
—Que tenía
razón, pero que faltaba tanto para casarnos, que podríamos ir practicando.
—Por favor,
nene, usá forro.
—No lo necesito,
ella tiene un montón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario