Recibió un tiro
en el brazo. Fue desde una camioneta de cazadores de liebres. Y se la dieron,
nomás. Era el Día de la “Fiesta del Durazno”. Cada Pueblo tiene su fiesta, la
Fiesta de la Vendimia, de acuerdo a la cantidad producida. Esta Fiesta la ganó
Augusto Cruces.
Su Mujer era una
excelente Modista y también modesta. Le confeccionó una bombacha de tablas
blancas y una camisa perfecta. Lo completaba con una rastra de monedas, botas
carrujadas, pañuelo de seda al cuello y sombrero de gaucho. El brazo quedó
inutilizado. Augusto, el hombre que se reía todo el día, para contagiar a la
peonada, perdió la risa.
Sus días eran
tristes, entró en una depresión permanente. Todos trataron de ayudarlo, los
hijos lo reemplazaban en su trabajo. Decidió dormir al aire libre, en un catre
de campaña. Lejos del rancho, cerca del río. Mientras la familia almorzaba, se
escuchó un ruido estridente. Su Mujer corrió hasta el río y allí estaba
Augusto. Tirado en el catre, con un balazo que él mismo, se disparó en el
corazón.

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