En el campo usaban ovejas para cortar el
pasto, eran tan sigilosas y obedientes que adoptó una y se la llevó a su casa.
Dormía con ella en el piso y le daba calor. Una mañana se le ocurrió salir a la
calle. Para no horrorizar a nadie le afeitó los pelos con su máquina de
afeitar. Le compró un collar rojo y una correa.
Se encontró con dos amigos:
─Qué hermoso perro, nunca vimos un perro
como ese. ¿De qué raza es?
No se le ocurrió qué contestar.
─Es raza perro.
─Está muy gordo lo tendrías que hacer
adelgazar.
Lo llevaba todos los días al Veterinario y
el perro seguía engordando. Se descubrió, la oveja estaba preñada y apoyaba su
panza en la tierra. Parió tres ovejas y dos se las regaló a sus amigos. Quedaron
tan contentos que le pidieron que les vendiera el tercero.
─De ninguna manera, estos gorditos se quedan
aquí porque su madre los tiene que amamantar.
─Ché, tus perros son raza “oveja”.
─¿Y?
─No, nada más que son rarísimos.
Se tuvo que mudar, su mujer dijo:
─O ellas o yo.
Eligió las ovejas, tuvo el mejor pretexto
para separarse de su mujer.

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