Que un día se
puede entrar en Tandil, vos te vas contento, pensando que verás a tu hijo y no,
ese día no. Te ponen a un costado de la ruta y preguntan hasta cosas
personales. Ellos son burros, el Intendente es burro y de los otros mejor no
hablar.
Hay que usar
barbijos quirúrgicos, no entregan, no entregan hasta la semana que viene, no y
no. Hoy llegó el día, me vacunaron, es injusto que haya sido el día de mi
cumpleaños. Mejor, detesto cumplir años y que me feliciten es lo peor.
A algunos les dieron
la rusa, la norteamericana, la griega. Los de Casa de Gobierno se hicieron
poner todas, hasta las de Senegal. La segunda vacunación la pasaron por alto.
El Gobierno es capaz de vacunarse con mierda.
Salí de esa
vacunación plena de sospechas. Hablé con mi hijo en varias oportunidades, por
la vacuna y por el Feliz Cumpleaños. Mi Marido me regaló un pullover fetén, con
capucha y bolsillos, color rojo bordeaux. Compramos una botella de champagne y
una torta con una sola vela, bueno sería que fueran setenta y dos. ¿Setenta y
dos cumplo?, la verdad es que perdí la cuenta y necesito que cada día sea nuevo
para escribir mis queridos cuentos. Sin ellos no podría vivir. En la vejez uno
nace de nuevo, con el cuerpo viejo y el corazón joven.
Voy a dormir porque
me levantó fiebre.
¡Carajo!

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