Catorce días
tengo que permanecer dentro de mi casa. Mis actividades son dormir, soñar para
olvidar, despertar, mirar por la ventana, me cansa la cama, la cambio por un
sillón. Luego viene la silla o la silla viene a mí.
Paso al banquito
de cuando era chica. Miro por la ventana, lo estoy esperando. Siempre lo
espero, no sé para qué, si no va a volver. Me abandonó, es contradictorio,
parecía que me quería. Dormíamos juntos. Nunca me dijo nada, ni yo le pregunté.
Lo extraño en el
desayuno. Cuando sus pupilas eran dos círculos negros, apenas le daba la luz
entornaba los ojos y dejaba de mirarme. Tenía ataques de indiferencia que me
partían el corazón. Nunca me hablaba, eso me gustaba, aquel silencio lleno de
palabras ausentes.
Su soledad, tan
parecida a la mía. En el invierno nos dábamos calor, parecía complacido con
sólo un abrazo. Murmuraba en mis oídos, no le entendía, hablaba un idioma raro
que yo desconocía. Jugaba a despeinarme y luego se iba. Estábamos en primavera,
el tiempo no pasaba nunca. Catorce días que parecían multiplicarse con su
ausencia.
Un día
inesperado entró por la ventana, mientras estaba en la cocina, se desperezó y
bostezó, se metió entre mis piernas y pidió algo, parecía lamentar que le
restara importancia, pero se dio cuenta y saltó a mi espalda, casi me hace
caer.
—¿Puedo saber en
dónde estabas?
Él miró su plato
vacío, le entibié leche y le agregué las migajas que me quedaban. Después me
fui a dormir, es lo único que hago bien. Él vino a dormir conmigo, ronroneaba,
parecía decir que lo perdonara y lo perdoné. Le acaricié la cabeza y le hice
cosquillas en la panza.
Yo lo necesitaba
como él me necesitaba. Volvió para quedarse. Era un gato manso y sigiloso, mi
única compañía. Por fin estaba conmigo y yo con él. Se llamaba “Gatrucho”, lo
bauticé primero “Gato”, comprendí que necesitaba un nombre propio. Gatrucho
subió a mi escritorio, tiró al piso la birome y el cuaderno, le di un golpecito
y me arañó. Se ofendió pero se quedó.
Cambió mi vida, ahora camino en cuatro patas, me están creciendo los pelos y tengo uñas largas y filosas, esto sí que es vida.

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