miércoles, 21 de junio de 2023

Y CÓMO DECIRTE

   ─No te hagas problema, llevo un bolso con poca ropa.

   ─Yo te espié mientras vaciabas tus petates.

   Íbamos por tres días y ella se trajo todo el ropero. Doscientas bombachas, cuatro pares de zapatillas, diez bikinis, seis enterizas, cuatro camperones, dos pares de borcegos, siete ojotas y un tapado de piel.

   Cuando llegamos a la playa se metió en el mar. Llevó una de sus bikinis plateadas. Cuando salió volvió con otra malla dorada. Iba y volvía con mallas diferentes. Al final me cansó.

   Se hizo la que se ahogaba para que aquel Bañero (estaba buenísimo), la rescatara. La transportó en sus brazos a la playa, la atendió en primeros auxilios. Primero fue respiración boca a boca, le vino bien para pasarle la lengua, como no reaccionaba hizo fuerza con sus manos sobre las tetas, salió todo el agua del mar que le mojó la cara al Bañero.

   Cuando se puso de pie abrazó al Bañero. Para agradecerle lo invitó a comer esa noche. Él aceptó y pensó ¿qué apuro tiene?

   Ella lo hizo pasar, tenía la mesa preparada:

   ─Pasá, sentate, vas a ver qué rico cocino.

   Sobre la mesa había papas fritas envasadas, maníes, aceitunas y una banana de postre. Llegó el Marido:

   ─Soy el nuevo cornudo.

   ─Si vos lo decís, no entendés que me gustan los cambios, a veces por un día otras por un rato. Tengo muchos, me sobran.

   ─¿Así que soy mil veces cornudo?

   ─Te quedás corto y por favor, andate, dejame un rato hasta que termine con el Bañero. ¡Le tengo unas ganas!

   Y su Marido volvió, fue la primera vez que no la encontró histérica. Estaba de un humor excelente. 

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