jueves, 29 de junio de 2023

FUERA DE FOCO

   Los primeros autos que pasan, me despiertan el odio que acumulé durante la noche, mi yo humano antes se difuminaba, apenas se notaba, ahora se me agarra. Desayuno con el odio, no me baño porque el odio que me tengo, quiere que ande sucia. Llamo al ascensor, con un canasto de ropa sucia, la gente que sube y baja, si abren y estoy yo, prefieren las escaleras. Mi odio los remite a sus propios odios.

   No lavo la ropa, la tiendo para que tome sol, a mí también, a veces me da odio mi propio olor. Tengo atenuantes, odié a mi Madre, a mi Padre y a mi hermano. Nunca les hablé del odio que me producían. Estudiaba tanto para no verlos, siempre obtuve las calificaciones más altas, en casa lo festejaban y a mí sus sonrisas satisfechas de algo ajeno, me daba odio.

   Cuando me indispuse por primera vez, fue tanto el odio que los paños inundados, atravesaban hasta mis uniformes y yo, como la mejor, cuando alguien me avisaba, la miraba con odio color sangre.

   El chico más lindo del Colegio se enamoró de mí. El odio que me daba todo, a él le parecía revolucionario. En el Baile de Graduación, por ser los mejores alumnos, salimos a bailar al centro del salón. Le di un beso espeluznante en esa boca perfecta, lo dejé con labio leporino y un diente de menos. Él me siguió queriendo, era incondicional, es la cosa que más odio.

   Después nos casaríamos y el día de la boda me miró con orgullo, cuando me preguntaron si quería y todas esas boludeces, dije: “No”. Salí del recinto con odio, los Padrinos me corrieron, gritando que lo pensara, que él era un buen chico y que me amaba... A la Madrina le arranqué el vestido y al Padrino le desgarré el traje. Odio que me hagan dar más odio, con palabras vulgares.

   Subí al auto de mi negado novio y partí con un odio expandido, tomé todas las calles de contramano, a unos chicos que jugaban en la calle, me gustó pasarles por encima y dejarlos chatitos en el asfalto. 

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