Nicanor Hurtado
llegaba tarde o temprano a todos lados, laburo, viajes, invitaciones, teatro,
cine y luego las cosas de la intimidad.
Le eran
desafortunados sus desaciertos horarios. Llegar temprano al trabajo, tarde a un
viaje en avión, temprano a la invitación de su jefe, solo, sin los otros
invitados ¿De qué iban a hablar? Nicanor Hurtado terminó siendo alguien
incómodo para todos.
Su casa era el
mundo, hablaba con las plantas, con los gatos, los pájaros y hasta objetos
inanimados:
—Vos, azucarera,
me tenés podrido ¿Por qué ponés dura el azúcar?
O:
—Cacerola
grande ¿Dónde te escondiste? Te encontré adentro del horno y con comida de ayer
¡Sucia!
No tenía que
llegar tarde o temprano a lugar alguno, ahora tenía su propio reloj: él mismo.
Contaba hormigas que iban y venían, admiraba su laborioso trabajo de llevar y
traer hojitas en la cabeza, a veces cambiaban de ruta.
Juntaba
caracoles y preparaba mermelada de caracol. Lo fueron a buscar para una pericia
psiquiátrica.
Estaba ubicado
en tiempo y espacio, contó la historia de su vida y la solución que encontró
para olvidar los tempranos y los tardes.
—Yo diagnostico,
Dr, que esta persona está sana.
El otro Dr,
mesándose la barba, dijo:
—Estamos en un
todo de acuerdo, si es sano es un enfermo, propongo un tratamiento para curar
su sanidad, hasta convertirlo en un enfermo y sea recuperado para la comunidad
enferma que tenemos.
Nicanor Hurtado
fue puesto en un lugar de alta seguridad. Todas las mañanas iba un Dr para
preguntar cómo se sentía, se cayeron bien y empezaron las confidencias:
—Yo soy sano,
Nicanor y Ud también, es hora que haga un poco de circo haciendo de cuenta que
está enfermo. Lo ayudo, pero invíteme a su casa, será un placer.
Nicanor Hurtado
se puso tan enfermo que los Doctos lo devolvieron a su casa. Abandonada durante
cuatro años, le dio pavura abrir la puerta. Se le tiraron los dos gatos a
saludarlo. Las plantas con flores, floreaban sobre un humus negro desconocido.
Los frutales en su apogeo. La casa estaba impecable y recién pintada. Nicanor
pensó, sin encontrar explicaciones. Una tarde de Diciembre apareció el Dr sano:
—¿Y? Qué me dice
¿Cómo encontró su mundo?
—Alguien entró y
cuidó de mis plantas, animales y hasta la pintura, debe ser alguien que me
quiere mucho y yo desconozco.
—Vamos a hacer
como los chicos en sus compus Face, Nicanor Hurtado ¿Querés ser mi amigo?
—Ya somos amigos
Dr, Ud está tan sano como yo ¿Nos estaremos volviendo locos?
Contestó el Doc,
extendiendo un mate:
—Mirá Nicanor,
si uno no se vuelve un poco loco, la vida sería un aburrimiento enfermizo.

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