En la
actualidad, lo que fue la P2, se llamó La Jabonería de Vieytes, reunían a sus
pares en mesas ovales, muchos preferían permanecer de pie, el resto les
cantaba: —¡El que no salta es un maricón! ¡El que no salta es un maricón!
Por temor a la
vergüenza de ser acusados de geyshos, saltaban.
El asunto que
los reunía hoy, era el futuro asesinato de un Abogado pedófilo, drogón y
ladrón. Bartolomé Vieytes, se refirió a la falta de un orden de prioridades. El
asesinato y castigo, al Abogado infamante, sucedió con una soga, que el mismo
acusado ató, con un nudo americano, a su cogote. Caso cerrado. El Expediente se
lo llevaron al Obispo, que tenía estómago para todo.
Estaba presente,
como mediadora, entre medios y miedos, la Dra Cristiana Mortadele, que trepando
a un podio multireligioso, dijo que la prioridad, era qué hacer con los niños.
—Permita que la
interrumpa, Dra Mortadele, ellos son lo de menos, que se ocupen los Padres y
los Colegios Privados.
Contestó el próximo orador. La Dra bajó del
podio ofendida, rodó por las escaleras y con voz de flauta dulce, rezaba: —De
paso hago pilates, yo no vine aquí para perder tiempo.
Se escucharon
peleas, donde los grandes próceres, por tener los micrófonos abiertos, para
aumentar la audiencia, expresaban sus ideas. El Ingeniero Claudio Teladoy,
decía: —Hay que pintar la Jabonería y arreglar las goteras, mientras Uds hablan
boludeces, se avecinan vecinos indignados, les han llegado boletas donde deben
pagar a la brevedad, el Impuesto al Aire.
El Periodista Latiene, inquirió: —¿Y Ud cómo
lo sabe?
El otro lo miró
como a un gordo imbécil: —Mire por la ventana, los vecinos transaron con
Trumpo.
Salían de entre
los matorrales, con pesados cohetes, mercenarios a cargo de desaparecer el
Impuesto al Aire y el aire también.

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