—Hace ruido
cuando come, cuando camina, tose fuerte, seco, hace ruido. Hasta su corazón
late catarata, los huesos le craquelean. Su piel es seca.
Describe cruel,
no lo merece ese hombre, puede que ayudarlo, en todas las funciones de vivir
con limitaciones, le robó la piedad. Antes fue más solícito, le daba vuelta a
las páginas en los libros que más le gustaban. Ahora me contrató para que yo le
leyera.
Hice lo posible
porque mi voz no fuera monótona, a veces se reía, otras lloraba y alguna
pensaba, sin ausentarse, me corregía lo que venía. Sabía sus libros de memoria.
Aldo, el que lo ayuda en sus limitaciones, dice que el viejo está chocho.
—A mí
me parece un genio, para nada pienso que esté chocho.
Aldo se explica
mejor. —No es así el viejo, está contento con Ud, pide que venga más horas, a
cambio de una retribución más alta.
Durante diez
años leía sus libros con la pasión del primer día. Me atendió Aldo, la noche
anterior el Sr, había fallecido. —Agradezco su paciencia y le entrego algunos
de los libros que el Sr sabía de su predilección, en su caja de madera
hermetizada.
Cuando comencé
la lectura del primero, estaba cortado de principio a fin, con dinero. Los
cortes eran perfectos. En uno de ellos había una carta, donde relataba que él
había sido Mayordomo de Aldo. Cuando se enfermó, de cosas de viejo, Aldo se
encargó de cuidarlo con una devoción filial. Terminé la carta y fui a la casa
del Sr, o de Aldo, estaba algo confusa. Usé la aldaba, sabía que era del agrado
del Sr.
Atendió Aldo
vestido como un Conde. Extendió su brazo para que yo depositara el mío. Y nos
sentamos en la sala principal, frente a una mesita baja, con una tetera con
humito y dos tacitas de Limoge.
—Mi querida
Señorita.
Y apoyó su
rodilla en la alfombra, me extendió una pequeña caja, que al abrirla casi
desmayo, me dio un ataque de tos y eché un escupitajo sobre cajita, anillo y
mano, de mi compañero Enrique que…
—¡Corten!! ¡Corten!!,
decime, ¿vos sos estúpida? Estábamos en el final, ni una interrupción, no lo
podemos rehacer por ausencia de material…¡Fuera! Te aseguro que como actriz, no
te va llamar nadie. ¿Sabés dónde va a salir esta última escena? En internet.
Rajá de acá, porque te ahorco.

No hay comentarios:
Publicar un comentario