La vi de pie,
con una saya resbalando por su cintura, esas piernas largas, con músculos
firmes, de tenista y ese pecho erguido, como un desafío al sol.
Lo encontré
caminado, portando una sombrilla, dos sillas playeras, blanco de pantalla solar,
sombrero de paja y clíper. —Hey, Peter, llegaron antes que nosotros ¿hicieron
las reservas aquí?, es un spa, yo prefería cabañas.
Goruta pensó que
encima que hizo un viaje anterior para elegir, éste…
—Me gusta la
pinta, es exótico y el único que da al mar.
—No hay nadie, la dueña está en Argelia, es
todo nuestro.
—Ché presentame a
tu mujer 0 km, ¡ya sé! Es el minón con los pies en el agua, fue de mal gusto mi
comentario, disculpá Camila, a esta altura, sabés que para mí las minas lindas,
son una obsesión.
La nueva mujer
de Goruta, extendió su mano:
—Mucho gusto, soy Yolí.
Peter en un acto
involuntario, le besó el anillo. Sintió un hormigueo en todas sus zonas erógenas.
Yolí tomó del
brazo a Camila.—¿Viste que me besó el anillo? Tu marido es un romántico como yo.
Cuidalo, Camila, te lo pueden robar.
Fue una
coincidencia, todos los veranos iban a las mismas playas. Goruta y Camila
tenían similitudes con respecto al mundo. Todo empezó bajo el mantel, fue
rápido y sincero, el apoyo de su pie ahí y Camila, muerta de risa y champagne,
dejó hacer.
Goruta quiso
más, en cómodas cuotas. Se fue transformando en una obsesión. Cuando ella
dejaba de tener noticias de él, en la desesperación lo odiaba. Las cuatro
últimas vacaciones, fueron en Orense.
Peter cambiaba
de mujer todos los veranos. Esa vez no había llegado, las llamaba Yolí a todas.
Broma que sólo él festejaba. Mientras Goruta y Camila tomaban sol con una
oculta e intensa alegría, se escuchó el motor de un cuatriciclo, atravesando un
médano.
—Chicos, acá
llega mi Yolí número cinco.
Bajó una
adolescente, que esquivó los brazos de Peter y fue directo a Goruta. —Hola,
Papi, si te despegás un poco de Camila, te presento a mi nuevo viejo novio,
Peter Pan.
Fueron unos
segundos, hasta pasado el asombro…Peter corrió al mar y Goruta lo siguió con
insultos terminales, nadaron hacia el horizonte, hasta que sus cabezas se
perdieron en las olas del viento que despierta…

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