miércoles, 28 de noviembre de 2018

RECORTES



   Tenía amigos por internet, hablaban problemas de familia, de gastronomía, cómo preparar un soufflé sin que se desinfle. A ella no le alcanzaba el día, treinta y dos amigas y veintiún amigos. Ya no se visitaban, resultaba más cómodo para todos. Tenían encuentros por pantalla y ella les mostraba el desorden de sus habitaciones o cómo iba el grano de la punta de la nariz. Tres o cuatro amigos le contaron que eran gay, preocupados y ella se reía para achicar lo dramático de la situación que ellos sentían.
   Era extraño encontrar alguna amiga por la calle, apenas se daban un beso y chau, si ya habían hablado por computeadora. Poco a poco, ella se dio cuenta que este tipo de comunicación se había expandido. Empezó a mirar paisajes por pantalla. Vacacionaba por internet.
   Un día se sintió agobiada, atendió tres llamados y pasó a la asfixia. Subió al auto dos compus, tres celulares y todos los objetos tecnológicos que invadían y limitaban su vida, los arrojó en un basural. Nació de nuevo, caminaba despacio, tardó mucho enderezando su columna, tener color en el cuerpo blanco sábana. Conoció las Cataratas y admiró la Quebrada de Humauaca. Le daban pena, los jóvenes que viajaban en grupo y en lugar de la charla colectiva, era individual, tipeando celulares o tomando fotos innecesarias…

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