martes, 26 de diciembre de 2017

ACÁ A LA VUELTA


   Cuando por el reflejo del espejo, Cristóbal riega los mismos malvones rojos y apretados, es la imagen diluída de su padre.
   —Papá tenía ojos de nostalgia, cuando se ocupaba de las macetas, Uds hablaban y fumaban, no se podían ver ni los contornos del mate, pero nos reíamos a lo bestia, bueno Uds se reían, yo no entendía. De mis hermanas, no les voy a decir, pero chusmeaban en voz baja.
   —¿Viste cómo están vestidos? Ellas tienen esas polleras largas y las  zapatillas blancas, sucias.
   Otra comentaba: —Y el pelo tan largo, de Pipi y Juan, a mí me gustan, parecen de circo.
   —Papá se cansaba o le daba tristeza, pensaría en su viejo, solo, en Berisso. Salía al patio encorvado y regaba los malvones. Me parece que había alguna lágrima, yo daba vuelta la cabeza, no lo quería triste. Jugaban al tute, nosotros hacíamos los deberes en la otra punta de la cocina.
   Se hizo un silencio de fantasmas. —Tu Padre era nuestro mejor amigo, un trabajador y nosotros unos vagos mantenidos. Después empezamos con las artesanías y tu Papá se puso contento, nos largaba que siguiéramos estudiando y después nos rogaba que no nos politizáramos. Me acuerdo cuando se cayeron los vidrios de la cocina, una bomba fue, había una Unidad Básica, acá a la vuelta. Un lío para explicarles a Uds.
   —Y nosotros para entender, que era una guerra, pero no era.
   Se produjo otro silencio, pero de ángeles y salió al patio encorvado como su padre, se armó un fino, lo quemó en solitario.
   Es igual, se llama Cristóbal como nuestro amigo. Riega los mismos malvones y da una seca. Nos vamos temprano. El domingo viene, es el Día del Padre.
                                              

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