Hace cuatro
horas que busco a mis Abuelos y aquello de los cuentos verdaderos, no sé cómo
seguir. La audacia de Quintina, usar desodorante sobre el sweater, para
tramitar, me olvidé. Mis Chaplin preferidos, no recuerdo ninguno. Las filas
bancarias se fueron sin despedirse. Sebastián tomando fotos en el casorio de
ricos sin honra, tan divertido cuando vio su imagen diluida en el estanque y… y…quiero
saber cómo finaliza, pero las ideas corren más que lo imaginado. La Señora que
intentó quitar la mosca del pelo de alguien, que no tengo el gusto. El campo,
el monte, las abejas y los primos, qué pasó con el aljibe. El padre que miraba
desde el banco de una plaza la silueta de su niño, en una ventana y creo, me
parece, que sus ojos se alinearon, ¿con tanta lejanía…? No los alcanzo aunque quisiera.
La loca que viajaba a las fronteras del calor y un día pasó algo que no tengo.
Los cuentos Psi,
tal vez ciento veinte, murieron en las fugas.
—Hola Papi, no,
no es grave, pero desaparecieron mis ideas, quedaron humitos aislados, que ni
las últimas lluvias resucitaron.
Contestó como un
Padre santo, nacido un 25 de Diciembre: —Nunca sé si sos una vieja niña
o una niña vieja, te explico, cuando termina el año las ideas se fugan, para
poder comenzar las nuevas. Sos muy autoexigente, al tomar vacaciones de las
fugas descansás las ideas. Si hay algo que no falta nunca, ni a los asesinos,
ni a los perversos, ni a los políticos, son las ideas.
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