domingo, 10 de diciembre de 2017

NAVINADA


   —Una bola plateada, mi cara aparecía grande con cachetes inflados, las comisuras hacia abajo, chata mi cabeza. Viene la maligna Navidad horadando cuán solo está uno.
   No recuerdo qué día fue el accidente de Papá, pero sí sé que nació el 25 de Diciembre. Si lo pienso es una puñalada en el pecho y como mi dramatismo no tiene límites…
   —Todos los años me contás lo mismo y nos tomamos el trabajo de elaborar un duelo. Lo mejor que tenés de él está en tu cabeza, el histrionismo, su parte creativa. A veces me parece que sé más yo que vos, de tu Chaplin, como lo llamás a veces…
   —Es que no es sólo eso, odio la Navidad, el Año Nuevo, los Reyes Magos, los Cumpleaños. Las vivo como condiciones impuestas, obligadas. En esta época, donde el hombre se volvió un único y el año nuevo nuevo parece usado, como para marcar un tiempo inventado. Olvidar la mugre y empezar de nuevo, pero con más mugre.
   —¿Por qué te hacés sufrir así? Son días como cualquier otro, no sos sólo vos que te sentís sola. Hay cuetes, fuegos artificiales y gritos destemplados que provienen de otras casas. Poné tu música al mango, comprate un buen champagne y tirate a la pileta.
   —Tuve mi desahogo: “Se acercó la vendedora y preguntó-: —¿Va a llevar la bola plateada, Señora?
   —Ni en pedo, este árbol que tenés acá, mirá como lo hago mierda, esas lucecitas lamentables, ¿ves lo que hago? Las piso todas y me convierto en remolino, rompo la Caja, donde todo el mundo paga la ficción, se la parto en la cabeza al de seguridad…”
   Quedó chato el boliche, lastimé gente.
   —¿Y no te metieron en cana?
   —Justo ese día las calles se llenan de gente que va y viene, ricos, pobres, con paquetes idiotas. Me confundí entre tantos, fue mi mejor guarida. Llegué a casa y estaba mi familia de tres, todos beodos.
   —¿Y qué hiciste?
   —Me fui a la terraza, no quise vivir más y me tiré, son dos pisos. Soy tan inútil que ni matarme pude. Por eso hoy vine en silla de ruedas. Me quedo sin veraneo, sin playa ni mar. Así es mejor, en casa me dicen que es imprescindible la terapia, y un acompañante terapéutico no vendría mal. Ellos se van de vacaciones. 
                                         

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