martes, 24 de enero de 2023

LA HISTORIA DE MAMÁ Y YO

 

                                 LA HISTORIA DE MAMÁ

   Me hacía legrados una vez por novio, era una chica fácil. Si el novio no me gustaba como Padre de mi  hijo, lo fletaba. A los 30 años quería un embarazo, ahora que vivo con una persona que me quiere y  me protege.

   Llevó cuatro años cumplir mi sueño. Tardó en venir, tenía náuseas todos los días y recién me di cuenta cuando escuché latidos en mi barriga.

 

                                LA HISTORIA DE YO

   Yo me sé todo, es un lugar tibio y tranquilo. Mami me pone músicas especiales, tiene buen gusto. Cuando le dan ataques de bronca me asusta. Los líquidos en que vivo me tiran de un lado a otro, se endurecen mis paredes y me golpeo la cabeza, cuando esta mujer se tranquiliza, duermo.

   ¿Cómo será vivir del lado de afuera?, ¿bueno o malo? Vamos a esperar el lejano mañana.

 

                              LA HISTORIA DE MAMÁ

   Soy feliz, cumplía seis meses. El Doctor me pasó una gelatina tibia y lo miré por la pantalla. No sabía si iba a nacer hombre o mujer, bastaba con que fuera sanito. Es lo que dicen mis amigas, desconocen otras palabras para reemplazar “sanito”. Llegaron los nueve meses y mis Padres me trasladaron al Sanatorio. Qué feas y dolorosas son las contracciones.

 

                            LA HISTORIA DE YO

   El viaje hacia afuera era bastante dificultoso, un túnel interminable y estrecho. Desde allí descubrí una puerta que se abría. Me asusté y grité. Terminé sobre el pecho de mi Mami. Estaba en medio de dos globos inmensos con puntas que goteaban. Tenía sed y aproveché para tomar esa cosa tan rica. Cansaba pero saciaba. Agarré un globo y lo usé como almohada.

 

                          LA HISTORIA DE MAMÁ     

   Pobre mi Marido, durante el parto lo tomé de la mano y la retorcí, la mordí.

   ─Vos tenés la culpa de mi martirio hijo de puta, boludo.  ¡Ayudame! ¡Qué lo parió, cómo duele! Quiero anestesia. ¡Por favor! Torturadores de mierda.

   Mi Marido desapareció. No, no desapareció, se desmayó abajo de la camilla.

   ─¡Les dije mil veces que no quería padres en la sala de partos! ─gritó el Doctor.

   Hasta mi pobre Bebé se asustó y lloró como un marrano. Yo en su lugar hubiera hecho lo mismo.

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