Entre
enredaderas y ojos de acanto, dos ojos brillantes como linternas, gruñeron.
Salió Enrique:
—Es un manto
negro, de ojos celestes, no sabés cómo cuida la casa!
—Pasá, Germán,
los dos más chicos tienen fiebre alta y no pueden ni hablar, por eso te molesto
a esta hora.
Uno era Abogado
y su amigo Médico. German litigaba, por cualquier nimiedad y su amigo lo
defendía frente a acusaciones que hacían sonreír a los jueces. Cuando terminó
la visita médica, salieron los amigos hablando de autos, el perro llamado
“Tom”, se abalanzó sobre Germán, lo tiró al pasto y mordió su carótida. Salió
toda la familia a desprender al animal, traer toallas. Germán apenas pudo
decir:
—Apretá bien,
Enrique y llamá a Urgencia Médica, pedí una ambulancia.
Se le practicaron
los primeros auxilios, mientras Enrique decía:
—¿Vieron? Yo les
dije, es un perro bravo, pero cuidador.
Nadie le
contestó, estaban acostumbrados a sus conclusiones disparatadas e inoportunas.
El chico más grande, de una colega de Enrique, jugaba en la casa. Tom lo vio y
le arrastró las uñas a lo largo de su cuerpo, llevándose el dedo meñique, que
su boca masticó como jamón.
La flia del
chico, presentó una denuncia. Enrique, con su hijo, fueron a visitarlo, pero
salió la Mucama diciendo:
—Los Señores me
pidieron que les prohíba la entrada a esta casa.
Elisa, de trece
años, amiga de otro hermano, entró sin llamar y Tom, de callado, la mordió
cuatro veces en distintos lugares, pero no le comió nada.
Se creó un clima
familiar de miedo en cadena. Cuando los hijos pidieron al padre, que lo llevara
al campo, el padre respondió:
—Pero, ¿Uds,
quieren que se coma una vaca?
La madre de los
chicos le confesó al padre, que le daba miedo salir a tender ropa. Un día quiso
ventilar la casa, entró Tom y cuando la vio, le mostraba los colmillos, ella se
metió debajo de la cama, el perro no pudo acceder porque era más grande que la
cama. Los hijos se refugiaron en la terraza y llamaron a la Policía. Explicaron
lo que sucedía, mientras la madre gritaba:
—¡Asesino,
asesino!
Los Policías se
hicieron presentes de inmediato, pensando que había un asesino, cuando vieron
la escena, lo metieron en una red y lo cubrieron con una lona de carpa.
Abrieron la puerta de una camioneta azul, cerrada, con un respiradero enrejado.
Cuando Enrique
volvió del trabajo, se enteró de la tragedia, no de su mujer, sino que hubieran
llevado preso a Tom. Todas las Comisarías estaban al tanto.
—Mire, Dr, lo
lamentamos, pero le informamos, que su perro está acusado de intentos de homicidios
reiterados.
Enrique preguntó
si no podía ser el Abogado Defensor de Tom. El Oficial de turno, dijo que los
perros tan grandes y de ojos claros, estaba comprobado que eran locos. Enrique
preguntó dónde se hallaba preso. El Oficial explicó que les llamaban “perros
para manifestaciones incontenibles”.
Enrique asistía
a todas las manifestaciones, a ver si podía encontrar a su mascota feroz.

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