—Ud dice que el
chico es normal, todas las madres opinan lo mismo de su hijo, pero fíjese, la
boca tiene más de sesenta dientes, entre el cuero cabelludo asoman cuatro
molares y diez colmillos. Mire las axilas, le asoman las muelas de juicio. Hay
una ristra que le rodea los dedos de la mano y hasta tiene caries en los dedos
de los pies.
—¿Porque tenga
dientes supernumerarios, no es normal? ¿Exceso de calcio tal vez? El Doc, acá,
es Ud, explique el porqué de esa dentición que lo cubre.
—Es un caso raro,
carecemos de tecnología como para solucionar en lo inmediato, algo que no
podemos diagnosticar. Cualquier novedad me comunico con Ud y Ud conmigo, desde
ya.
—Cacho, fui a
ver al genio que te recomendaron. Es un soberbio que nos cobró en la consulta
todo tu salario. El chico corre, se ríe, juega, saca buenas notas, los
compañeros no lo discriminan, todo lo contrario lo admiran como a un
superhéroe.
Cacho, que
trabaja catorce horas por día, se indigestó con el costo de la visita:
—Mirá vieja,
olvídate, vivimos como hasta ahora, teniendo en cuenta que los médicos no saben
un carajo y encima te afanan, hasta aquí llegamos.
Cuando el niño
cumplió seis años, perdió sesenta dientes apagando las velitas. Durante el año
se le cayeron los de la cabeza y las del juicio sobaquero.
En Nochebuena,
sus dedos eran de pianista. El Odontólogo, bueno y sabio, le quitó las caries
de los deditos de los pies, junto con los dientes, les pidió a los padres, si
no se los podía quedar de recuerdo.
Las gentes decían
que el niño era una luz, los reventados creyentes, opinaban que era un ser de
luz. Sucedió que, al perder los dientes, se le produjo una especie de usina
interna que generaba luz por donde fuera. A su casa no mandaron más la factura
de luz.
Cacho y los tíos
del niño, grandes temerarios, se hicieron presentes en el consultorio del Doc:
—Lo venimos a
ver porque Ud nos llenó de preocupaciones, que se solucionaron solas. Ni
diagnóstico pudo dar, era solucionar el problema de un niño, no de un país.
Venimos a que me devuelva mi salario, el costo de la consulta, con los
intereses que corresponden…

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