miércoles, 8 de febrero de 2023

EL DUETO

 

   Quiero dormir hasta que el sol me dé en la espalda, que me traigan el café a la cama. Llenar mi baño de espuma blanca y salir hecha un pompón.

    Ponerme un camisón de mi Abuela, amplio, cómodo y de puro gossypium. Tocar el timbre al Vecino, es un papucho que está buenísimo. Pedirle que me seque todo el cuerpo y después un lentito, que lo invito yo, soy su regalo. No una mina que está de regalo, hace lo que quiere conmigo, hasta me lee libros de autores desconocidos, como son los mejores Autores.

   Le pregunté:

   —¿No querés venir a mi casa?

   Él me contestó:

   —Por mí encantado, pero estoy casado. En este momento está durmiendo, no te preocupes, a ella no le importa lo que yo haga, a mí sí me importaba.

   Dejó mi boca tan bien besada, quedó hinchada como si tuviera botox. Pasó el tiempo, se me carrujó la cara. Las tetas me llegaban a la cintura y el culo inexistente pesaba en los tobillos.

   Fui a tocar el timbre al Vecino, con el mismo camisón de aquella vez.

   —¿Me puede hacer el favor de secarme?, no llego a la espalda y menos a los pies.

   Él me secó con caricias de tohalla fina.

   —¿No quiere venir a mi casa?, me divorcié. Tengo una cama libre, sólo para usted.

   Aquella noche me sorprendió, fue igual a la primera. Me dio mucha vergüenza después de aquel lentito. Estaba vieja, cuando se pone la piel blandita.

   —¡Qué bien lo pasamos anoche! Me retrotrajo a la primera. Quiero que se quede a vivir conmigo. Le prometo no molestarla nunca más y juro leerle los libros que más le gustan, escuchar músicas tranquilas, para mirar el jardín. Usted me hizo feliz dos veces. La seguí pensando con belleza, nunca estuve con una mujer, tan entregada a la entrega.

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