Nací llorando
porque la vida me dio miedo y morí llorando porque la muerte me dio miedo.
Tuve una madre
generosa que me alimentaba de sus propias tetas. Cuando asomaron mis dientes se
ofendió y el castigo fue la ingesta de calabaza o polenta. Por suerte crecí y
recuperé, con una mujer nueva, las tetas perdidas. Me sentí estafado, de allí
no salía ni una gota de leche. Ella me daba a cambio bifes con papas fritas.
Tuvimos un hijo
al que bautizamos Milky. A él sí le daba la teta. Yo lo miraba tomar y me daba
nostalgia. Una vez me animé y le pedí a ella si no me convidaba un poquito.
Dijo que estaba loco, debía concurrir al
psicólogo. Le pregunté si el psicólogo tenía tetas con leche. Hizo un bolso
para ella y otro para Milky. Se fue sin saludar a la casa de su madre.
Mi único
consuelo era sentarme en los bancos de las plazas, donde siempre había alguna
madre amamantando a su fucking bebé.
Si vieras, estoy
tan triste que me pongo como loco y te pregunto a vos, que no tenés el gusto de
conocerme y yo que tengo el disgusto de no saber quién sos, aunque me leas
¿Cómo hacés cuando tenés ganas de tomar la teta? Te pido por favor que no me
digas que me compre un chupete. Ya probé y la gente te mira mucho, da
vergüenza.
Imagino tu cara
de bípedo pensamiento único, me vas a sugerir que vaya a una psicóloga mujer,
porque tengo un edipo descomunal.
Te mando a la
mierda, sos un tipo con mala leche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario