—Llegué puntual
y Ud, Dr Fatuto, respetó mi turno, eso me da seguridad, es la única virtud que
tienen los ingleses. Antes del cuestionario habitual, no se moleste en
preguntar. Se lo dicto: Inés Travel, sesenta años y monedas, mis operaciones
son clásicas femeninas, nódulos en las mamas, benignos, útero junto con
ovarios, con resultados benignos. Várices internas y externas, algunos by pass,
según el parentesco con el finado. Artrosis, artritis, sifosis, escoliosis,
lumbalgia. Acá están los análisis, Dr Fatuto, le ahorro el trabajo de leerlos. Salieron
de libro, sangre globuleando en equilibrio, rojos y blancos adecuados, orina
casi transparente, colesterol, de acuerdo a mi edad, perfecto… En fin, Ud dirá.
La mujer tenía
la salud de un adulto joven.
—Sra Inés Travel
¿A qué vino, en estado óptimo?
—No sé cómo
explicarle, hay algo que me pasa, le pedí a mi cuñada que viniera conmigo,
porque mi consulta no es para enorgullecerse, tampoco es una vergüenza. Hay una
dificultad que me resulta imposible narrarle con palabras.
—Si Ud no me
dice cuáles son sus síntomas, dolores o lo que fuera, no soy adivino Sra Inés.
—No tengo
ninguna de las cosas que acaba de nombrar, Ud es médico, debe suponer qué me
trajo hasta aquí. A mí se me cae la cara…
—Sí, veo, la
tiene caída, eso no es una enfermedad, no amerita una consulta.
—No, no es esa
caída, sólo le puedo decir que no voy más a misa, ni a jugar a la canasta con
mis amigas, ni a visitar a mi primo paralítico, a veces ni estando sola lo
soporto.
—Soy un médico
paciente, pero antes que se me vaya, explique como pueda, qué le pasa. Use
palabras que se acerquen a su problemática, no sé, invente.
—Bueno, bueno,
Dr Fatuto. No se acalore, mi Madre nos tenía prohibida esa palabra, tal vez por
eso no vine a tiempo. Me tiro pedos todo el tiempo, hasta los pájaros me
imitan, el primero que es contundente y luego una ristra en tonos más bajos.
Tengo prohibida la entrada al Supermercado. ¡¡Dr ¿Qué hace?¿Cómo abre todas la
ventanas?!! ¡¡Mire cómo huyen sus pacientes!! ¡Dr, no me deje sola a la
intemperie!
Ahí lo veo
trepar a su auto, ¡cobarde!
En el Hospital
me dijeron la palabra oficial: Flato y si vienen en cadena: Flatulencias. Unas
pildoritas y terminó esa desgracia humillante.
Ahora eructo
todo el tiempo: no importa a quién sea, es involuntario, ayer fui a ventanilla
en el Banco Nación y se me escaparon cinco eructos seguidos, les di entonación
y me dieron cinco mil pesos, que era el valor de mi extracción. El empleado se
desmayó, no sé si la cifra le resultó elevada, o estaba en ayunas.
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