sábado, 11 de noviembre de 2017

NO PENSAR UN RATO


   Había un viejito, pura boina, esperando desde hacía una hora que lo atendieran.
   Un Rapi Pago, toda una ironía el nombre, por suerte estaba sentado y hablaba con él y con nosotros que también hacíamos la fila. Hay una sola chica que atiende con una paciencia envidiable, aceptó cuando le informaron que sería única ventanilla. El viejito de la boina tenía una sola cuenta para pagar: “Gas”. Las personas de la fila, en tiempos que nadie cede nada a nadie, llegaron a un tácito acuerdo, le permitieron a él, que se iba porque tenía el cuerpo cansado, ser primero para pagar.
   Él se levantó con mansedumbre y ojos celestes de niño iluminado, pagó su cuenta, dos minutos, agradeció a la chica de la caja, al señor anterior y al otro, a la señora, hasta llegar a nosotros. Con su bastón apoya-mentón, agradeció tanto que todos le aceptamos, faltó poco para desearle feliz año nuevo y eso que estamos en noviembre.
   El custodio le abrió la puerta, el viejito seguía agradeciendo, no le salían las palabras, era sólo el movimiento de su boca.
   Es tonto tal vez, pero él hizo un reparto de tanto amor, que todos dejamos de protestar por lo que nos roban, por lo que nos cobran y fuimos cabezas que pagamos con amor, la injusticia sin pensarla. 
                                                      

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