jueves, 23 de noviembre de 2017

PATO AL AGUA


   Volvió sudado, sin aire y con el sol que le atravesaba el cuerpo como una espada. Llegó por fin a la pileta, se tiró en un clavado tan espectacular, que le tomaron fotos, fue filmado y aplaudido. Internet se encargó de globalizar aquella hazaña.
   El deporte, presión de multitudes, le mandó premios de lugares insólitos. Él permanecía en aquella postura, sabía lo difícil que es sostener la fama más de veinte minutos, en el mundo.
   Lo anotaron en las Olimpíadas anteriores, para que la historia recordara aquel heroico clavado. Hubo desfiles, aplausos de millones de personas que frente a semejante triunfo, se le hicieron amigos para siempre.
   Cuando la Madre vio a su hijo, todavía en el clavado, quedó paralizada. El Padre, que recién se levantaba de la siesta, muerto de calor, 39°C, decidió que lo mejor sería tirarse a la pileta, paró en el tercer mate, recordó que estaba vacía.
                                                 

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