—Señorita, cómo
se dice? ¿Los caballos reculeaban o reculaban?
La Maestra pensó
y pensó, ella ese tema no lo vio en la escuela, pero. —Miren chicos, todos los días, entre una
batalla y otra, debían tener descansos y los aprovecharían para ambas cosas, el
reculeo y el recular.
La Directora la
mandó llamar. —Ud no debe contar obscenidades a los niños, o será dejada
cesante.
—Pero Sra
Directora, si algunos padres hasta me felicitaron por el realismo de mis
conclusiones, un padre agregó que los únicos que no tenían esa costumbre eran
los indios, ocupados en construir las Ruinas de San Ignacio. Los sacerdotes,
que no cabalgaban, le daban importancia a las actitudes de los cuadrúpedos y
llegaron a imitarlos, en las Procesiones, era indudable que aprovechaban.
—La clase hoy, la vamos a dedicar a San Martín y su mal
pertrechado ejército, que cruzó la cordillera, toda una odisea. Fue recibido
por Manuel Belgrano, se dieron un abrazo con un chupón interminable. Les voy a
pedir niños, que no lo cuenten a sus padres, menos a la bruja de la Directora.
Si así no lo hiciereis, tendrán un magnífico 0, todos. Menos Dieguito, cuyo
padre tiene la amabilidad de llevarme hasta mi casa. Aun cuando Dieguito falta,
su padre igual me lleva a mi casa, durante ese transcurso desarrolla otras
amabilidades. Esto último, tampoco lo cuenten o todos serán boleta.

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